Por Paula Frederick
Mia (Virginie Efira) vive en París. Es periodista y traductora del francés al ruso. Como toda habitante de una gran ciudad, se mueve cotidianamente en distintas dimensiones, que coexisten de forma paralela. Hogar, pareja, trabajo, nuevos desafíos. Encuentros sociales, comidas compartidas, trayectos de ida y vuelta a casa sin importancia aparente. La cadencia de lo habitual es invadida por ciertos detalles, corto circuitos apenas perceptibles que provocan una suerte de discontinuidad transitoria. Esos objetos de apariencia insignificantes, primeros planos que se desvanecen al segundo, son anticipos de un futuro definitivo. Voces en otro idioma, vasos de vidrio que se rompen en mil pedazos, imágenes difusas de fondo, cambios de planes y de rumbo.
Mia es una de las cientos de víctimas de los atentados en París, que el 13 de noviembre de 2015 estaban en el lugar y la hora equivocada. A diferencia de muchos quienes la rodeaban en esa dimensión oscura de la historia, sobrevivirá para contarlo. Los disparos ocurren a los pocos minutos de inicio del filme. Las consecuencias de esos minutos, por supuesto, nunca dejarán de resonar. Y será la memoria de los otros, lo que permitirá construir los recuerdos que, a pesar del dolor que le provocan, Mia no quiere olvidar.
¿Ilusión o realidad? La pregunta resuena en cada fotograma de Memorias de París de Alice Winocour, cuyo relato se basa en el testimonio del hermano de la directora, quien sobrevivió a los ataques en el Teatro Bataclan. ¿Estamos ante un fragmento de realidad escogido por el cine, o a la reconstrucción distorsionada de un punto de vista de la tragedia? La narración, con imágenes en colores opacos y casi siempre ambientada de noche, se despliega como un caleidoscopio, un meta relato donde cada visión puede ser la versión de otra. No sabemos si así ocurrieron los hechos o si la directora los quiso interpretar, de acuerdo con su propia percepción. Tampoco si los personajes son reales o se imaginan a sí mismos, si los trayectos y recorridos emocionales que vemos en pantalla son parte de lo que ocurrió, o una representación de lo que vivieron.
Como muchos de los sobrevivientes o familiares de las víctimas, Mia vuelve una y otra vez al restaurante donde cambió su vida para siempre. No solo para enfrentar el trauma y los fantasmas de esos rostros fugaces que vio en sus últimos minutos de vida, sino que en busca del dolor colectivo. Esa conexión inesperada y definitiva que resignifica todo lo que daba por sentado. Así, entre las víctimas se crea un ecosistema paralelo que se retroalimenta con la memoria de los otros, donde se comunican en un lenguaje espontáneo y propio, mientras encajan las piezas perdidas del rompecabezas con los recuerdos ajenos. Las evocaciones personales dejan de ser parte del ámbito privado, para pertenecer a un sentimiento compartido. Una dimensión orgánica e impenetrable, que mientras reconstruye el pasado, pulveriza el presente a su alrededor.
En Memorias de París, Alice Winocour realiza una profunda reflexión sobre la memoria, como herramienta de movilidad y sobrevivencia. Así como el cine reciente francés que explora las consecuencias de los ataques (Nocturama de Bertrand Bonello, November de Cédric Jimenez, Amanda de Mikhaël Hers), indaga también en la incomunicación, la problemática de la inmigración, las fricciones idiomáticas y culturales de seres que comparten una misma dimensión e intentan abrirse camino. Pero más allá de su cadencia, lo sombrío de su telón de fondo y el desconcierto de la protagonista (excelente interpretación de Virginie Efira), es un relato empático, inesperadamente brillante y esperanzador. La directora hace resurgir de las cenizas las vivencias de los otros y también su propia película, dándole nuevas luces a un momento desgarrador de su historia reciente. A pesar del dolor colectivo y el impacto mundial de los ataques del 13 de noviembre, muestra con maestría la unicidad de la experiencia personal, la vorágine de sentimientos y contradicciones, la complejidad del ser humano y sus miles de forma de reaccionar ante un mismo evento traumático.
Más allá de todo, el filme deja una inesperada sensación de calma. Como esa que llega después de la tormenta, cuando el más mínimo rayo de sol en la cara es la promesa de un tiempo mejor. Ese calor que entregan los encuentros improbables con personas que te salvan, las conexiones humanas que se transforman en energía vital, la memoria compartida como bloque indestructible. Esos destellos de humanidad que a veces pasan desapercibidos, pero que el cine se encarga de hacerlos brillar en la pantalla grande.
Ficha técnica
Título original: Revoir Paris
Dirección: Alice Winocour
Guion: Jean-Stéphane Bron, Marcia Romano, Alice Winocour
Música: Anna von Hausswolff
Fotografía: Stéphane Fontaine
Reparto: Virginie Efira, Benoît Magimel, Grégoire Colin, Maya Sansa]
País: Francia
Año: 2022
Duración: 105 minutos
Competencia internacional SANFIC 19