Por Juan Marín
Cuesta creer que en Francia, un país ultra desarrollado y liberal, la eutanasia todavía siga siendo ilegal. En los últimos años han habido casos como el del actor francés Alain Delon reconocido por Le Samouraï de Jean Pierre-Melville, que dijo “Estoy a favor de la muerte digna”, anunciando que se someterá a una eutanasia. El gran problema es que en su país está penalizada, tendrá que viajar a Suiza a practicarse la muerte asistida. Una historia similar a la que se relata en esta película.
La cinta trata sobre la relación de una hija con su padre que sufre un accidente cerebrovascular. A partir de este, el padre se queda postrado en la cama y le pide a su hija que lo ayude a morir. Tras la dura decisión, tienen que emprender un viaje a Suiza para que él pueda practicarse la eutanasia.
El director francés François Ozon adapta el libro homónimo autobiográfico de Emmanuèle Bernheim, quien fue guionista de algunas películas del cineasta como Swimming Pool o Ricky. La película va en forma de homenaje, ya que la escritora falleció el año 2017 y a Ozon le interesaba que se conociera más sobre la vida íntima de ella. Por respeto a su amiga es muy cuidadoso con el tratamiento del tema.
Sin embargo, el cineasta hace un retrato plano y fallido para un tema tan complejo. No hay ambiciones artísticas, ni es una película que incentive algún debate social, a pesar de que toca uno de los asuntos más controversiales y tabús de la sociedad actual. Eso si, quizás sea una de sus películas más personales por la amistad que tenía con la escritora. Hubiera sido interesante que al finalizar la cinta dieran ganas de discutir y argumentar, pero no ocurre nada, es un filme olvidable.
Una película semejante es Mar Adentro del director español-chileno Alejandro Amenábar. La cinta española está varios escalones más arriba que la de Ozon, complejiza mucho más el asunto de la eutanasia e incita a debatir. Las dos están basadas en hechos reales, la diferencia es que Tout s’est bien passé profundiza también sobre la vejez y las difíciles relaciones familiares. Pero Mar Adentro es argumentativamente mejor, logra debate social y utiliza la polémica con inteligencia, elementos que le hacen falta al filme francés.
“El Almodóvar francés” como le dicen algunos a Ozon, dejó el papel de ser uno de los cineastas más controvertidos de Francia y pasó a convertirse en un director maduro que maneja la tensión dramática con facilidad, lo que se puede ver en algunos de sus últimos trabajos como En La Casa (2012), Frantz (2016) y Por Gracias a Dios (2018). Su nueva cinta, en comparación con estas, no trabaja bien los elementos dramáticos para captar el interés del espectador y la tensión es tan flácida que la película resulta tediosa en gran parte del metraje. Se extraña a ese Ozon polémico y provocativo de las cintas Sitcom o Regarde la Mer o, por lo menos, el de las películas antes nombradas. Está claro que su nuevo filme está muy por debajo de sus mejores trabajos.
Sin embargo, no todo es tan malo. Lo más rescatable son las actuaciones del elenco. Las dos protagonistas, Sophie Marceau y Géraldine Pailhas, están excelentes en sus papeles. Aunque el que sobresale es André Dussollier. Demuestra una gran capacidad para interpretar a un anciano decrépito que si bien forma parte de la burguesía es, al mismo tiempo, bastante vulgar. En algunos momentos, el actor transita desde lo cómico a lo dramático en pocos minutos. Su personaje no es para nada buena persona y mucho menos buen padre, pero logra generar en el espectador una gran empatía e incluso cariño. Como dice la protagonista: “No fue un buen padre, pero lo quiero”. En ese sentido el desarrollo de los personajes está bien logrado.
Un recurso literario que me llamó positivamente la atención en la cinta fue la utilización del flashback. Las imágenes retrocedían a cuando la protagonista Emmanuèle era una adolescente y mantenía una gélida relación con su padre. Los flashbacks funcionan porque te dan entender que aunque la relación estuvo lejos de ser buena, en los momentos donde más nace el amor y el cariño es cuando un familiar se nos va o sabemos que se irá pronto. También crece la tristeza por no volver a ver a esa persona que está próxima a fallecer. Aunque este recurso no es suficientemente explotado.
Según el artículo 3 de la declaración de los derechos humanos “Todo individuo tiene derecho a la vida, a libertad y a la seguridad de su persona”. Pero ¿a qué se le llama vivir?. Tal como dice el protagonista de la cinta, “sobrevivir no es vivir”. Hay políticos en Chile que comparan la práctica de la eutanasia con el homicidio. Sin embargo, cuando ya no hay posibilidades de seguir viviendo de una manera digna o el sufrimiento llega a límites intolerables, es casi medieval negar a través de la ley que una persona pueda elegir su propia muerte.
Ficha Técnica
Título original: Tout s’est bien passé
Dirección: François Ozon
Guion: François Ozon.
Novela: Emmanuèle Bernheim.
Fotografía: Hichame Alaouié
Reparto: André Dussollier, Sophie Marceau, Géraldine Pailhas, Charlotte Rampling, Grégory Gadebois.
Productora: Mandarin Production, Foz, France 2 Cinema, Playtime Production, Scope Pictures.
Año: 2021
Duración: 112 min
País: Francia