SANFIC 21 Crítica de cine “Zafari”: La bestia que vive en nosotros

Por Victoria Bustos Arancibia

La cineasta Mariana Rondón presenta una trama que en la ideación es una fábula distópica, en la teoría tiene pinta de ciencia ficción social, pero que finalmente en la práctica resulta más un thriller psicológico dramático, con suficiente arraigo en la realidad actual para ser una advertencia de la decadencia ya presente en la humanidad contemporánea. Jamás se específica el lugar ni el tiempo, pero cualquier espectador podría apuntar paralelos con Latinoamérica, especialmente Venezuela, y es desde esa ambientación implícita que pretende ser una crítica.

Situada en su totalidad en los confines de un edificio que alguna vez debe haber sido de clase media alta, y que se ubica junto a un zoológico en estado deplorable de negligencia, la cinta sigue a una familia nuclear que va en caída libre, Ana (Daniela Ramírez), Edgar (Francisco Denis) y su hijo adolescente Bruno (Varek La Rosa). Encontramos a sus protagonistas en un avanzado punto de complicación económica, emocional y hasta de salud, cuando llega Zafari al predio vecino, un hipopótamo traído de Zimbabwe en un intento cruel y absurdo del gobierno de repoblar la colección del parque. Sin agua, sin luz, sin comida y con los pasillos casi vacíos en la edificación, Ana se convierte en saqueadora silenciosa de los departamentos abandonados para poder mantener a su familia con algún sentido de normalidad.

Entre la familia de Ana, los cuidadores sospechosos de Zafari y un grupo de vecinos en situación de okupa, la condición de observados y observadores es difusa e intercambiable. Edgar, el frío e impetuoso marido de Ana, se la pasa tras unos binoculares en la ventana del departamento, emitiendo juicios de “la otra gente”. Pero pasan los días, el hambre los consume, el ansiedad y la locura se los carcome de a poco, y a medida que su sentido de humanidad los abandona, la línea de división entre animales y humanos se desdibuja, todos se vuelven parte de la salvajidad contemplada en el contenido paisaje en el que transcurre la historia.

Rondón transforma la decadencia social en espectáculo cinematográfico, crudo y oscuro. Los espacios físicos reflejan los estados mentales de sus habitantes, de hecho hay una pequeña pista en el diseño de producción de que lo que lo estamos viendo es una especie de familia Torrance latina: sobre un mueble junto al comedor, yace una impresión con el patrón y los colores de la famosa alfombra de la película de 1980, El Resplandor. Además, se trata de una composición familiar similar: Bruno, el hijo, tomará un camino de posesión inquietante, Ana debe seguir velando por el bienestar de su familia contra todo pronóstico, y Edgar se aísla y se vuelve hostil. En los pasillos se aparecen personajes secundarios como fantasmas, que se pasean entre departamentos sucios y abandonados, entre los cuales uno de ellos destaca por su condición prístina, como una ilusión entre la desesperación.

Sin necesidad de bombas ni guerras, se da cuenta de que viven en una sociedad fracturada, empobrecida y en batalla con la sobrevivencia del día a día, razón por la cual todos deciden quedarse dentro de los límites del condominio a menos que estén en posición de abandonar la vivienda por completo, para escapar del país. El enemigo, es el tiempo, la costumbre, la resignación. Es verdad que se dan atisbos de que algo sucede en las calles de este universo, las noticias en la televisión apuntan a un enigmático movimiento de motoristas furiosos con la situación país, pero quizás, con una ambientación tan potente de partida y la claustrofobia construida, se vuelve innecesaria esa contextualización que no llega a nada.

Lo más fuerte del relato radica en no mostrar una violencia explícita como la esperamos, hay un lenguaje más fino, más sugestivo, que se apoya principalmente en la actuación y liderazgo de Daniela Ramírez que interpreta con una fisicalidad reprimida, en modo piloto automático, ya que el personaje de Denis está en constante fuga por su lado, desmarcado de toda ternura conyugal o parental, y La Rosa se mantiene al margen. El elenco coral de secundarios aportan capas de complejidad a Ana, porque reflejan un mundo interior de ella que no se muestra en casa, mientras que el origen y las motivaciones de ellos quedan en el misterio.

Hay momentos de lentitud narrativa, pasajes esquivos y poco claros que piden una lectura más paciente, y que son pesados debido a la priorización de una atmósfera y cadencia que prefiere lo sensorial sobre una lógica de acontecimientos estrictamente cohesiva. Esa decisión, intencionada o no, propone un cine que invita al espectador a completar los vacíos de interpretación. Pero en ese tipo de caos hay propósito. Zafari no busca ser una historia fácil ni cómoda, es una experiencia en la que acompañamos la progresiva feralización de sus personajes y nos podemos encontrar tan desorientados como ellos en la locura de la escasez.

Zafari es, en esencia, una película sobre el hambre: de comida, de amor, de sentido, de país. Y sobre cómo ese hambre nos transforma, nos quiebra, nos regresa al estado animal. Mariana Rondón no ofrece soluciones ni redenciones, pero si nos apunta con el dedo para insinuar a través de un reparto transnacional, que cualquiera podría caer en la bestialidad cuando los recursos básicos de la civilización son precarios y la negociación bajo una ética de supervivencia falla ante la necesidad individual.

Ficha técnica

Título original: “Zafari”

Dirección: Mariana Rondón

Guion: Mariana Rondón, Marité Ugás

Fotografía: Alfredo Altamirano

Edición: Isabela Monteiro de Castro

Música: Pauchi Sasaki

Reparto: Daniela Ramírez, Francisco Denis, Samantha Castillo

País: Venezuela (en coproducción con Perú, México, Francia, Chile, República Dominicana, Brasil)

Producción: Quijote Films, Sudaca Films, Paloma Negra Films, Still Moving, Klaxon Cultura Audiovisual, Selene Films, Artefactos S.F

Año: 2024

Duración: 100 minutos.

Género: Drama; Thriller psicológico.

Distribuidora: BZ Films

Estreno en salas: 4 de septiembre de 2025

Proyección de la Selección Oficial de SANFIC 21, de 2025.

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