SANFIC19 Encuentro con Cecilia Roth: “Los personajes no son de una sola manera, tienen que construirse a partir de esa personalidad única”

 

Por Galia Bogolasky

En el marco de Sanfic19, la reconocida actriz argentina tuvo un encuentro con el público en el Centro Arte Alameda, donde contó anécdotas y momentos importantes de su destacada trayectoria, tanto en Argentina como en España donde ha trabajado con los más grandes directores hispanoamericanos. Esto fue lo que contó en este entretenido encuentro.

¿Cómo ha sido tu trabajo en la película Un lugar en el mundo de Adolfo Aristarain?

Con Adolfo Aristarain nos conocimos cuando yo era muy joven e hice mi primera audición para una película. Me llamaron para una película, él era el ayudante de dirección y me hizo la prueba. Ahí nos conocimos. Luego, fue asistente de dirección de otra película y nos hicimos muy amigos. Entre él y su mujer me adoptaron, literalmente. Desde entonces tenemos un vínculo hondo, profundo y hermanado. Digo todo esto porque la película de Adolfo, Un lugar en el mundo, sucedió cuando yo ya era más grande. Me preguntas cómo preparé el personaje. Adolfo es una persona muy básica y seca en su manera de dirigir. Nosotros leemos el guion con él, todos los actores. Entendemos el guion de alguna manera y lo que él quiere decir, luego se cambian algunas cosas, si hay necesidad de cambiar en el texto algo y luego no se modifica ni una coma. Si tú no dices el texto exacto se corta la toma, cosa que me parece muy acertada, porque después de trabajar tanto un texto nadie se atrevería a sacarle una coma a Shakespeare. No lo digo por hacer comparaciones, pero quiero decir, Alfredo es un autor, y a los autores después de que trabajan un texto mucho tiempo, nadie tiene derecho a tocarlo después de leerlo y volverlo a leer.

Cuando encuentras el texto internamente, es una manera de línea de pensamiento que te lleva a decirlo de manera exacta y sin nada modificado. Al hablar, opinar o tratar de acercarse a otra persona para explicarle algo, hay una línea de pensamiento detrás que te va llevando a decir lo que dices con fluidez. Yo creo que, en Un lugar en el mundo, lo que trabajamos todos no solamente yo, fue ese pensamiento, esa ideología tan clara y esa certeza que tienen todos los personajes en relación con la decisión del modo de vida que quieren llevar y, por otro lado, en la relación con Sacristán, ahí se nota que la línea de pensamiento del personaje empieza a trastabillar y no sabe. Se nota que ahí pasa algo en ese vínculo. Adolfo decía «no pasa nada», solo esas miradas que podían entenderse de una forma. Alicia es un personaje de una lealtad absoluta a su marido y nunca haría nada con otro hombre sin contárselo o que lo supiera antes, y tenía razón. Ese personaje se trabajaba día a día. Fue muy difícil hacer esta película, que se hizo con 400 mil dólares en cooperativa. Vivíamos todos juntos en la provincia de San Luis, un lugar cerca de Córdoba, en la Sierra. Estábamos todo el equipo junto y eso también llevaba a la certeza de poder apoyarte en el compañero o compañera que tenías al lado, porque el tango se baila de a dos o de a tres.

La cámara estaba en una patineta sobre la mesa, y esta no era muy equilibrada, entonces, tenía que hacer un travelling hacia mí y la patineta de pronto se movía. Decidieron hacer una vía sobre la mesa y para eso habíamos hecho varias escenas antes, y yo estaba muy conectada, pero cuando ya se puso el travelling sobre la mesa yo me había desconcentrado. Las primeras escenas no salían, no encontraba el lugar, me había desconcentrado. Federico Luppi me dijo «ven», y salimos. Estábamos en la mitad del campo y Federico me hizo solo una pregunta, me dijo: «¿Cuántos años tenía tu hermano?» Y a mí me llevó, y me pongo muy emocionada en ese momento, a la línea de pensamiento. Por eso les contaba sobre la línea de pensamiento, me llevó inmediatamente a verle la cara a mi hermano, a verle los ojos a mi hermano y verlo muerto. Volvimos y se hizo esta escena en la primera toma. Así se preparó esta película.

Martín (Hache) fue una película en que también trabajaste con Adolfo Aristarain y donde tu papel es importante porque ganaste el Goya como mejor interpretación. Dijiste que te involucrabas en los proyectos de directores con quien te encanta volver a trabajar. ¿Cómo fue trabajar en Martín (Hache) ahora que ya conocías al director y, también, el papel de construir a Alicia?

No solamente conocía a Adolfo, sino que nos habíamos hecho muy amigos. En España, antes de Martín (Hache), había hecho con él una serie de Pepe Carvalho, un detective, y que Vásquez Montalbán era el escritor de este personaje. Nos conocíamos mucho. Ya le conocía a Adolfo las neuras y los enojos por algunas cosas, y tenía razón siempre. Es una persona que puede parecer muy seca. Porque me conoce más de lo que yo me conozco, por lo menos como actriz, o hasta donde puedo hacer lo que no sé qué puedo hacer.

La relación con Adolfo fue maravillosa durante toda la película. Les voy a contar una anécdota. Había una cosa que yo no entendía, y era cómo esta mujer independiente, empoderada, con un trabajo, con una vida, estaba con este hombre que la maltrataba. ¿Por qué? ¿Por qué una mujer puede estar con un hombre que la destrata, más que la maltrata, que la ignora, que habla mal de ella, que se empodera hablando mal de ella? Yo no entendía, y una vez se lo planteé a Adolfo: “Yo necesito que en algún momento Federico me acaricie o me diga te quiero, porque si no todo lo que hace él conmigo es horrible, no puedo entender”. Me dijo: «lo necesitas como Cecilia o como Ana, como Alicia, no. Alicia está con él y punto, y ya no me preguntes más». Fue tan duro, porque ensayamos mucho la escena de la mesa esa noche, en la cual él me trata muy mal, y cuando se levanta de la mesa, a pesar de que yo me sentía muy mal durante toda esa escena de los cuatro: Martín Hache, Eusebio, Federico y yo. Hay un momento en el cual se levanta e intenta subir las escaleras hacia la casa y se trastabilla. A pesar de haberla tratado tan mal, ella va tras él para que no se caiga. Así fue. Ahí entendí. Al día siguiente me mandó un ramo de flores a mi cuarto del hotel que compartíamos, porque estábamos en Mojácar también todos juntos, y me puso «¿Viste?» Nada más.

La película fue un placer hacerla. Era invierno y nos estábamos muriendo de frío. Siempre pasa algo parecido, en verano se rueda como si fuera invierno y en invierno se rueda como si fuera verano. En la escena de la mesa que estábamos los cuatro, teníamos abajo puestas mantas y nos cubríamos entre plano y plano, y tirarse a la piscina no fue muy agradable. Fue un rodaje maravilloso del cual tengo un recuerdo muy preciso. No solamente del rodaje, sino de lo que pasó después del rodaje. Para mí, Martín (Hache) fue una de las películas que más me hizo entender, como actriz, me abrió una puerta diferente, hacia un lugar que yo desconocía, que los personajes no son de una sola manera, tienen que construirse a partir de esa personalidad única, de esa manera de pensar única. Los personajes y la gente, nosotros seres humanos, tenemos tantas facetas que se desconocen de sí mismo que uno se asustaría de conocerlas. Adolfo me dio la posibilidad de conocer facetas mías que no conocía y eso se lo agradeceré para toda la vida como persona y actriz, y al revés como actriz y persona. Ese es el recuerdo maravilloso de Martín (Hache). Después, todo lo que pasó con la película fue muy groso. En España, la gente en la calle me dice «¡Ay, Martín (Hache)!», no Todo sobre mi madre, sino ¡Ay, qué bueno Martín (Hache)!

Todo sobre mi madre ganó el Oscar en 1999. Ganó tres Goyas, tú como mejor actriz, y ganó premios en distintos lugares. Es una película emblemática y muy reconocida. ¿Cómo te involucraste en este proyecto y cómo fue la experiencia de trabajar en esa película?

Está vinculada a Martín (Hache). A Pedro Almodóvar le gustó mucho Martín (Hache). Después de la película, Pedro tenía un guion escrito, que era Todo sobre mi madre. Después me enteré de que Pedro siempre tiene dos o tres guiones y el que le tira más, pues ese es el que hace. Entonces decidió hacer Todo sobre mi madre. Yo estaba de vacaciones en Argentina, era verano. Estaba en una casa que tenía una barranca de la casa a la piscina. Suena el teléfono, era un teléfono fijo, en esa época, el de la casa. Yo lo cojo, y era Pedro. Habíamos estado muy juntos después del Goya de Martín (Hache), estábamos muy vinculados. Pedro se había hecho muy amigo de Adolfo, le gustaba mucho, y le había gustado mucho la película. Entonces Pedro me dice: «Por fin voy a hacer Todo sobre mi madre«, que es una película de mujeres, y quiero que tú hagas». Yo pensé en ese momento: «voy a ser uno de los personajes». «Yo quiero que tú seas Manuela, que es la protagonista de la película», me dice. Y yo, desde arriba de la barranca hasta la piscina, me tiré con el teléfono, que era inalámbrico, hacia abajo, rodando, y llegué hasta la piscina. «No, no puede ser». «No, Pedro, no me digas esto», «Me estás jodiendo». Pedro me dice: «pues sí, pero tienes que pensar que tienes que estar cinco meses en Madrid».

Empezó hablando cosas prácticas, y también toda una historia paralela personal que ya la conocía, también hablábamos de eso. Pedro ensaya mucho, es al revés que Adolfo. Con Adolfo se lee dos veces el guion entre todos, y luego, en el set, se ensaya mucho. Pedro ensaya un montón antes de filmar. Hace los decorados, supuestos decorados. Los primeros encuentros fueron con todas las chicas en casa de él. Yo estaba muy emocionada, realmente muy emocionada, porque además había vuelto a rodar en España de una manera diferente. Yo seguía rodando en Madrid, desde que me había vuelto a Buenos Aires, pero a partir de Martín (Hache), yo sentía que estaba ahí, que mi cuerpo estaba instalado en Madrid. Estaba muy tranquila en ese sentido. A las actrices las conocía. Conocía muchísimo a Marisa Paredes desde hace años, a Penélope Cruz la conocía poco, y a Antonia San Juan, Agrado en la película, ella es maravillosa. Fuimos con Pedro a ver a Antonia. Ella hacía stand-up en una especie de boliche. Todavía no estaban elegidos todos los personajes, yo ya me había ido a Madrid, y Pedro me dice: «Yo creo que Antonia San Juan es Agrado, vamos a verla esta noche». Fuimos, y Antonia hizo un monólogo de aquellos maravillosos que hace. Recuerdo que me dijo: «Es Agrado, total», y nos quedamos como hasta las 5 de la mañana con ella y otros amigos, hablando y contándonos historias. Pedro le dijo en ese momento: «Me lo he pensado y creo que tú tienes que hacer a Agrado», y ella hizo ¡Plop!

Luego, estábamos todas ya ensayando en casa de Pedro. Estaba Candela Peña, que hacía el personaje de la novia de Marisa, Marisa, Penélope, Antonia y yo. Era muy divertido, porque Pedro se entusiasma mucho y te actúa el personaje, es muy gracioso actuando todos los personajes. Dirige de una manera muy particular. Cuando esto empezó fue un viaje largo de 11 semanas, y disfruté enormemente cada uno de esos momentos. A Pedro también es difícil modificarle algo que haya escrito, pero según iban pasando los días, íbamos economizando a Manuela. Me decía: «esta escena húmeda no, seca», o sea, «no llores», «húmeda no», o «esta escena es mexicana, muy mexicana”.

¿Cómo fue haber sido nominada a los Oscar con Todo sobre mi madre?

Había ido con Mujeres al borde de un ataque de nervios a los Oscar, había sido nominada por España, y había sido nominada por la Academia de Hollywood, pero no ganaron el Oscar. Creo que eso para Pedro fue como «vamos a volver aquí». Volvió con Todo sobre mi madre y la película recibió muchos premios, fue así. Yo recuerdo que fuimos a Berlín con la Academia de Cine Europeo, esa vez yo estaba nominada, la película estaba nominada, estábamos todos nominados, y Penélope estaba nominada como Mejor Actriz por La niña de tus ojos de Trueba. Yo le dije a Pedro: «Si no la gano yo que la gane Penélope, sería genial», y me dice: «¿tú estás loca?».

Llegamos a Berlín y yo llevaba una ropa increíble que me habían dado, siempre te dan la ropa y siempre te dan las joyas. A las tres de la mañana te vuelves calabaza, te quitan todo. Por eso estoy vestida así. Mi maleta se metió en la hélice, se retorció y se quemó. Cuando me la dieron era como «¿What?». Te pagan algo, pero no el valor que tenía todo lo que te habían prestado que, por cierto, pagó El Deseo, la productora de Pedro. No tenía ropa para ir a la fiesta y a la premiación, no tenía vestido. Yo le dije: «no voy, además, no voy a ganar, es absurdo”. Era el sábado por la tarde y la premiación era el sábado por la noche, y me dice: «tú tienes que ir». «Pero ¿por qué tengo que ir?». «Tú tienes que ir». Algo le habrían dicho a alguien, porque algo se esconde, rumores, tú no te enteras nunca, pero algún rumor habría. Nos abrieron Versace, porque por la tarde no se abría y encontré un vestido maravilloso, mucho más bonito que el que llevaba. Las joyas las llevaba conmigo así que no pasó nada.

Primero Ralph Fiennes había ganado a Mejor Actor y estaba ahí al costado del escenario, porque luego te llevan al costado para la prensa, y yo pensaba: «estoy soñando, esto no es verdad, no voy a ganar», como deseándolo, «no voy a ganar, no quiero subir a este escenario, no quiero». Había actores de cine, y yo soy cholula, como todos. Estaba mirando quien estaba, y dicen «Mejor Actriz», y mi nombre «Cecilia Roth», y yo miro como “¿entendí bien?”. Me levanté, hay una foto de eso. Michel, que era en ese momento un asistente de Pedro, me dijo «¿por qué no te escribes algo en inglés?, y yo «pero, ¿por qué? si no voy a ganar». “Escribe cualquier cosa, los nominados siempre llevan algo para leerlo sobre todo si no es tu idioma, escríbete algo». Yo me había escrito algo bastante largo, y subí con el papelito. Empecé a leer y en la mitad empecé a llorar. No podía parar de llorar y no pude terminar lo que llevé para leer y dije «thank you very much, gracias».

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