Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al director argentino, autor de la emblemática serie Tiempo final, que está participando en Sanfic con la película Lunáticos. La historia es sobre la crisis económica en Latinoamérica en tono de humor negro. El presidente estadounidense comienza a publicar el fin del comercio con China y que, en adelante, sus compatriotas solo consumirán productos norteamericanos. El rumor que satura los medios del mundo es que fue encontrado en el baño del salón oval, aparentemente sobremedicado. El tsunami financiero mundial que desata impacta de lleno en la vida de varios personajes de Argentina, México y Montevideo. La película cuenta con las actuaciones de Daniel Hendler, Verónica Llinás, Cassandra Ciangherotti y Luis Ziembrowski.
¿Cómo surgió la idea de Lunáticos? ¿Surgió de una serie de televisión?
Sí, yo escribí varios capítulos de la serie Tiempo final en Argentina. La serie constaba de 14 capítulos, algo así. Uno de los capítulos giraba en torno a la crisis de 2001 en Argentina, cuando el país enfrentó una situación terminal. En este episodio, se retrataba la historia de alguien que había depositado todo su dinero en el banco, pero luego estos habían cerrado y ya no se permitía la extracción de dólares. Esto resultó una catástrofe, la clase media estaba al borde del suicidio. En este contexto, los actores argentinos se manejaban muy bien en ese tono. Posteriormente, figuraba la crisis global de 2009, la caída de la bolsa mundial. A medida que el tiempo avanzaba, me di cuenta de que estas crisis eran recurrentes. Aunque ya tenía la conciencia de esta realidad, y que era evidente. Hay otras historias que escribí antes, y me percaté de que los personajes podían armar varias historias, que en este caso fueron tres, en las que el tema de la crisis y del dinero impactaban la línea de flotación de los personajes. Todavía me faltaba encontrar qué era lo que disparaba esta crisis. Ver lo que decía y hacía Donald Trump, lo que le contestaban los coreanos y los chinos. Creo que ya tengo el marco mundial y el hecho de que pase en tres países de Latinoamérica, desde el más pequeño o con uno de los más pequeños en tamaño, como Uruguay, pero que tiene un sistema financiero importante desde mi punto de vista de las offshore. México y Argentina, también, porque son países que conozco. Entonces, empecé a trabajar y a divertirme armando toda esta trama y explorando más los personajes, acercándome un poco más a ellos y empezó a cambiar con respecto a esto las historias originales, apuntando a este denominador común que fue: “ellos estornudan nosotros nos resfriamos”. En clave de sátira y humor negro que ya estaba en las historias originales, pero aquí fue más satírico, por tener algo con lo que pasa en el mundo.
¿Cómo fue pensado hacer estas tres historias en paralelo?
Al principio yo había escrito las tres por separado, y estaba en la misma situación y empezaba devuelta otra historia en otra ciudad y así sucesivamente, entonces, siempre estaba el denominador común del presidente norteamericano, los medios, que eran los que le daban la continuidad. Un día, jugando, como barajando las cartas, los naipes, dije qué pasa si voy alternando y sentí que le daba otro ritmo, que le daba otra potencia, que le ponía más unidad. Simplemente avancé por ahí. Sobre todo, me pareció para seguir a cada personaje en toda la trayectoria. No sé qué hubiera pasado si las hacía por separado, pero, hice la apuesta y ahí quedó.
Es super contingente, en el contexto de que es algo que pasa con la economía actual y también con la influencia de las redes sociales. El punto de partida de la historia fue un tweet ¿Cómo fue tu interacción con las redes sociales, cómo influyen en tu vida?
En mi vida no me influyen en absoluto, porque soy de una generación que nos agarró ya creciditos, entonces no me impactó tanto, yo prefiero leer las noticias enteras, prefiero explorar lo que pasa, por lo cual sí, lo que veía era que impactaba, que influían, lo que producían. Por eso no me costó mucho capturar eso e incluirlo en la historia. Fue una película hecha con un presupuesto bajísimo, que nos agarró la pandemia en el medio. Brasil estaba en la coproducción y Jair Bolsonaro liquidó el cine de Brasil justo en ese momento, al punto de que el dinero de Brasil apareció cuando yo estaba terminando la película, y yo tuve que devolverlo.
Milei decía que iba a cerrar el INCAA. Eso sería gravísimo para el cine argentino
Sería dramático. Supongo que no va a ganar. Vamos a esperar los acontecimientos.
¿Cómo fue la coproducción entre México, Argentina y Uruguay?
Lo que me ocurrió fue que yo viví muchos años en México, estuve exiliado. En un momento, intenté volver a Argentina, pero las cosas no se dieron, acababa de terminar la dictadura y no encontraba mi lugar. Había empezado a escribir algo en México para una película que terminó saliendo en inglés Gaby, con Norma Aleandro, y que llegó a participar en los premios Óscar, aunque no en la categoría de guion. Este proyecto me abrió las puertas en el extranjero, donde trabajé muchos años con americanos, con estudios y todo eso. Pero seguía con una sensación de que quería volver terruño y hacer algo más concreto. Esto se debía, en gran medida, a que en el extranjero se estaban llevando a cabo actividades que no se hacían, pero que pagaban muy bien. Se desarrollaban muchos proyectos. Entonces se hicieron algunas cosas, volví y apareció tiempo final, fue como una catarsis, la escribí y ver lo que escribías al poco tiempo en la pantalla. Ahí empecé a enganchar con el tono de esta historia, siempre metí gotas de humor negro. Hay una película que está en Amazon llamada Nicotina, esa la escribí también. Está en el mismo tono, como que empecé a encontrar una voz mía, a partir de volver a escribir en español e historias que tenían que ver con nuestra realidad, por eso terminé aterrizando en esto.
¿Siempre combinas la escritura con la dirección?
He dirigido un cortometraje de historias breves del instituto, que fue un concurso, que se hacía para hacer cortos, logré hacer unos de esos cortos, fue la primera experiencia, ya con un poco más de producción. Antes hacía animación, durante muchos años hice animación, soy de profesión arquitecto, entonces, entré al mundo del cine dibujando. Me acuerdo de que dije no, yo quiero actores, me cansé de los dibujitos. Ahí empecé a escribir. Luego dirigí un largo que se llamó Ni un hombre más, con Valeria Bertuccelli, Juan Minujin, un elenco muy bueno, una comedia negra, que estuvo en Netflix, pero ya no, que también tenía ese mismo tono, esa misma búsqueda. Eso fue una Ópera Prima, me anoté en el concurso de la tercera juventud que ya venía yo viviendo, y ya lo hice con eso y este es el segundo largometraje. Nicotina la había escrito para Argentina, la iba a hacer el 2001, pero no salió. Me quedé sin trabajo. Iba a escribir una serie de los mismos productores de Tiempo Final, de Borestein, una comedia de un mediador, que mediaba bárbaro, pero sumido en una catástrofe, quedó en la nada por la crisis, la escribí en mexicano, porque me manejo en mexicano. Soy tutor en laboratorios de Sundance en México. Pedí ser tutoriado ese año. Me metí en el proyecto. Mis amigos asesores dijeron que era un buen proyecto. Ahí se armó Nicotina, y apareció Diego Luna, fue creciendo, lo adapté a un personaje joven a un nerd. Le fue bien. Fue la película más taquillera del año en México.
Lunáticos es coproducción mayoritaria argentina. Hecha en Pandemia. No pisé Montevideo. El coche está filmado con croma. El actor estuvo un solo día, Marcelo Subiotto, sentado en un coche reaccionado a lo que estaba sucediendo. El no veía lo que yo le estaba contando. Coincidió que el que hice la cámara de las dos primeras historias estaba en Uruguay con su familia. El hizo todo online, eligiendo las tomas, todo. Fue una locura. El rodaje de Uruguay, fue en Buenos Aires, con la pandemia vigente. Sin vacunas. Estábamos en un ambiente bastante reducido, con muchachos de veintitantos, pero había que hacerla sí o sí. Estamos vivos todavía. Gracias a Liliana Mazure, que fue la productora ejecutiva que fue posible, porque hizo magia, imagínate en esas circunstancias, logró todo. Ella había sido presidenta del INCAA hacía mucho tiempo, seis años, entonces, conocí al INCAA y vimos cómo hacer para tratar que todo funcionara lo mejor posible, ya que estaba con todo lo de la pandemia encima.
Cuéntame sobre el casting.
Traje a los actores, de hecho, esa fue la coproducción de México. A los actores los conocí para la película. El casting lo hice yo, fui uno por uno buscando con lupa, porque quería que fueran lo que yo me imaginaba. En México Laura Imperiale, que es la otra coproductora, me pasó una lista de nombres. Yo ya había visto algunas películas, de hecho, estoy en la Academia de México, como miembro porque viví muchos años allá, entonces podía ver las películas mexicanas y ver a los actores. Mi casting era ese, ver cine mexicano y Laura me dijo quién será el más accesible que le parecía y yo le decía mira a mí me gusta esta actriz y este otro, y la verdad es que el foco cayó sobre Alfonso, sobre Cassandra y sobre Julieta. A Julieta la conocía como actriz de México, trabajó con Ripstein, la admiraba muchísimo a sique la tuve que elegir, no lo dudé. El trabajo con los actores fue siempre un placer gigante, porque estoy acostumbrado a escribir y a que otros dirijan, históricamente. Cuando entré en contacto con los actores y con las actrices, fue como seguir escribiendo con ellos.
¿Qué tanto les pides a los personajes, que sigan el guion o que tanto pueden improvisar?
Improvisamos para acercarnos a los personajes, para construirlos, y para encontrarlos. Una vez que ellos encuentran a los personajes en esa improvisación, que fue muy mínima, porque llegaron cuatro días antes del rodaje, los mexicanos. Los argentinos estaban de antes. Por ejemplo, con Julián Kartun actor argentino, todo fue online porque todo era en plena pandemia y él estaba en la costa, y lo que hicimos fue online, lo mismo con Verónica. Con Rafael fue antes de la pandemia y lo de Luis Ziembrowski y nos pudimos reunir tres veces. En la improvisación alrededor de lo que ellos leen, lo que buscamos es los personajes, no buscamos ni nos fijamos en el texto, nos centramos en encontrar al personaje, en los vínculos y, cuando se encuentra, se deben aprender bien el texto y, si algo tiene que aparecer, aparece. En el caso de Cassandra, fue clarísimo que ella le agregó un plus con detalles. Yo los dejo que vuelen y si aparece algo que me gusta, lo incorporamos y si no me suena no lo incorporamos y está todo bien.
Ficha técnica
Título: Lunáticos
Año: 2022
Dirección: Martín Salinas
Elenco: Daniel Hendler, Verónica Llinás, Cassandra Ciangherotti, Luis Ziembrowski y Julieta Egurrola
Duración: 98min
Compañías: Arca difusión, Cacerola Films
País: Argentina, Uruguay, México
Guion: Martín Salinas
Música: Jimena Salinas
Fotografía: Marcelo Laccarino, Diego Poleri
Género: Comedia| historias cruzadas. Sátira. Comedia negra