Por María José Contreras
La adaptación teatral de una de las novelas más ilustres del ganador del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, destacó en la programación de la cartelera del Festival Stgo a Mil en el Centro de Extensión del Instituto Nacional, llevándose las ovaciones del público en sus tres funciones.
El coronel no tiene quien le escriba es la historia de un militar jubilado que cada viernes, desde hace quince años, se viste con su mejor traje para visitar la oficina de correos a la espera de la carta que traerá la asignación de su pensión tras haber participado en la guerra. Durante el transcurso del último año, la situación del coronel y su esposa ha empeorado, se han visto obligados a vender sus últimas posesiones para poder alimentarse ellos y el gallo de pelea que es herencia de su hijo, quien fue asesinado en las galleras mientras repartía propaganda clandestina. Un relato que mezcla la tragedia, la resistencia y la esperanza depositada en el lugar menos esperado.
Pudimos conversar con el director de la obra, Jorge Alí Triana:
Usted tuvo contacto directo con otras adaptaciones de obras de Gabriel García Márquez como lo fue La increíble y triste historia de la cándida Eréndira ¿Qué lo motivó a llevar a El coronel no tiene quién le escriba al teatro?
Hay que decir que esta novela es una de las primeras de él. Tengo entendido que es su segunda novela, ésta la escribió cuando tenía cerca de 30 años. Había sido enviado a París como corresponsal del diario El Espectador de Bogotá. En ese momento, en 1954 estábamos bajo la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, que duró del año 1953 al 1957. Los periódicos de Bogotá fueron clausurados por la dictadura y García Márquez quedó abandonado en París sin salario, aguantando hambre y decidió encerrarse en el hotel donde vivía. Se trasladó a una buhardilla en el último piso y le pidió crédito a la dueña de la buhardilla, a quien le pagó años después, y se encerró a escribir El coronel no tiene quien le escriba, que está basada también, como casi como toda su obra, en experiencias personales. Su abuelo, el coronel Nicolás Márquez, coronel de la Guerra de los Mil Días que termina en 1902, en el pacto que hicieron entre el ejército revolucionario y el gobierno de Colombia, acordaron que a los oficiales de la revolución los reconocían como oficiales del ejército nacional y les pagarían una pensión, una pensión que el abuelo de García Márquez esperó casi toda su vida. En principio, él quería hacer una comedia sobre esto, que le parecía un poco divertido o cómico, que su abuelo fuera todos los viernes al correo a esperar si le había llegado una carta con la pensión, pero cuando sufrió hambre en París esperando que le enviaran sus amigos un dinero para poder sobrevivir, dijo: «El hambre es una tragedia, no una comedia» y decidió escribir El coronel no tiene quien le escriba inspirada, por supuesto, en la historia de su abuelo. Está ese tema permanente en las guerras colombianas que, en el siglo pasado, varias en el siglo XIX, que terminó con la Guerra de los Mil Días, y se reanuda en los años 30 en Colombia, que han sido firmados pactos de paz, que se han incumplido. A mí me pareció muy pertinente ver un país que repite permanentemente su historia y me pareció de una actualidad formidable la novela de El coronel no tiene quién le escriba, un hombre tan joven, haber podido crear ese personaje tan verosímil del coronel, con esa profundidad, con esa resistencia, esa capacidad, esa dignidad, como le dice la esposa: «Para que te des cuenta de que de la dignidad no se come» y él le contesta: «No se come pero alimenta». Es una obra sobre la dignidad, la resistencia, sobre cómo en la misma vejez se puede tener esa capacidad de soñar con la vida, con un proyecto, como llevar al gallo a la gallera en la pelea del próximo 20 de enero.
¿Cómo se logró adaptar esta novela a una obra teatral? ¿De qué forma se consigue ser lo más fiel a la esencia de la novela?
Esta adaptación la hice en conjunto con mi hija Verónica Triana que es dramaturga, una persona joven que ha hecho varios trabajos, no solamente cinematográficos y teatrales. Nosotros adaptamos de Vargas Llosa La fiesta del Chivo, Pantaleón y las visitadoras, de Jorge Amado Doña Flor y sus dos maridos. Si hay un acierto en la adaptación, es el personaje del gallo. Conlleva esa metáfora de la resistencia, de la razón de ser del coronel, es el gallo de su hijo que mataron en la gallera por repartir propaganda subversiva, es su hijo, es su vida y su posición política. Entonces decidimos con Verónica, que el gallo iba a hacer su parte. Todo lo que en la novela sucede en la calle, el coronel se lo cuenta al gallo, lo cual le da esa fuerza de coprotagonista al animal y resuelve un problema escénico muy grande, que es hacer todas esas escenas de cuándo va al correo, cuando sale a la gallera, todo es muy complicado en el escenario. En cambio, si se las cuenta al gallo, resultan muy verosímiles, él ama a ese gallo, es su esperanza.
¿De qué manera fue la elección del elenco? ¿Usted había trabajado anteriormente con los actores?
Con Germán Jaramillo, quien hace del coronel, había hecho este montaje en el teatro Repertorio Español en Nueva York, con Laura García, la actriz que hace de la esposa, trabajé con ella muchos años en el Teatro Popular de Bogotá, que yo dirigí muchos años, ella estuvo allí conmigo como 8 años, haciendo un repertorio grande, la Obra de los tres centavos de Brecht, por ejemplo. Con Santiago Moure trabajé en muchas obras, inclusive en Crónica de una muerte anunciada, lo mismo con Miguel Hurtado en La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada. Son actores que han trabajado conmigo, no solo en el teatro, sino que también en la televisión. Hay alguna complicidad de grupo, de equipo, de amigos también, de esa cosa tan necesaria en la creación colectiva, de tener la posibilidad de discutir y de entenderse, inclusive tener posiciones diferentes, pero siempre en función de aclarar los objetivos de la obra y lo que queremos hacer.
¿Qué cercanía siente con las obras de Gabriel García Márquez?
Tuve el privilegio de trabajar personalmente con él, en el guion de Edipo alcalde y en Crónicas de una generación trágica, él vio varios de mis montajes. Era fascinante porque uno proponía una idea y él era como un volcán de ideas, parecía un niño chiquito cuando uno se sentaba a trabajar sobre algo. Se proponía una idea y él sacaba quince, a una velocidad impresionante y se le notaba el disfrute de la creación, era una persona muy distinta cuando estaba creando, que cuando estaba en una situación social, era como un niño chiquito con un juguete.
En Chile tuvieron tres funciones exitosas en la cartelera del Stgo a Mil, ¿cómo sintió que fue el recibimiento del público?
Yo sentí un público muy atento. Al principio me causó un poco de curiosidad porque no emitían ninguna risa, ninguna reacción, dije yo: «¿Les estará gustando?», pero cuando llegaba el aplauso era un aplauso muy caluroso, de los más calurosos que yo he sentido en todas las largas temporadas que hemos hecho con la obra. Sentía también que el público conocía la novela, que la habían leído, nosotros salimos muy contentos de la reacción del público, hicieron salir a los actores varias veces. Había una cosa muy curiosa, fue gente joven y gente mayor, y a los dos les gustó la obra, hablaban con mucha emoción cuando se acercaban a nosotros para saludarnos, salimos muy contentos de esa experiencia con el público chileno.
Ficha Técnica
Título original: El coronel no tiene quien le escriba
Director: Jorge Alí Triana
Adaptación teatral: Verónica y Jorge Alí Triana
Asistente de dirección: Óscar Yepes
Música original: Jimmy Tanaka
Diseño de escenografía: Alejandro Velasco
Diseño y realización de vestuario: Luz Helena Cárdenas
Elenco: Germán Jaramillo, Laura García, Santiago Moure, Jhon Alex Toro, Luis Hurtado, Christian Ballesteros, Víctor Navarro, Diego Sarmiento
Productor general: Andrés Felipe Peláez
Asistente de producción: Laura Rojas.
Idioma original: Español
Año: 2022
País: Colombia
Duración 90 minutos