STGO OFF Crítica de Teatro «El Holocausto Del Amor»: No bastó ni un beso para estremecer con emociones de peso

Por Pablo Troncoso

Santi Senso, el director español regresa a Chile con una obra sensible, dramática y realista de las concepciones del amor. Con un diseño artístico impecable, El Holocausto del Amor, deja instalado en el corazón de la audiencia la percepción del amor a través de las vivencias de cada uno de los protagonistas, y, con la armonía de un elenco compuesto por más de 15 actrices y actores, entre ellas chilenas como María Matte Lira, Daniela Stay y María Jesús Miranda, logran un resultado que repercuta en los corazones de los espectadores.

La obra tiene 3 ejes principales: ¿qué es el amor?, ¿el amor no existe?, ¿qué objeto relacionamos con el amor? En este último, los protagonistas traían un objeto que le mostraban al público. En estas 3 etapas exploramos las experiencias de cada personaje, con una dramaturgia excepcional e impecable. Pronto íbamos a descubrir la raíz de la intensidad de cada uno, con el amor hacia la pareja, padres, mascotas e hijos.

Durante los primeros minutos recorremos un plano subjetivo de un individuo perdido en la ruina, a través de un proyector. Al comienzo no tenemos claro qué hace o quién busca, pero tenemos conceptos transmitidos desde un comienzo, miseria, precariedad y desolación. No vemos a nadie en esa proyección, al frente eso sí, se encuentran en el escenario, inmóviles, 15 individuos, algunos más desnudos que otros, con sus rostros cubiertos emulando haber sido asesinados. Luego, la puesta en escena los trae de vuelta, el miedo a algunos los domina, a otros la serenidad, el llanto, pero todos ellos reflejaron algo en común: conocían el amor, conocían esa electricidad que te envuelve del interior, que nace desde el pecho, hace que tu piel se erice, te sonroje y te excite.

Me desharé de inmediato del único aspecto mejorable de la obra, que es en el apartado técnico, porque a pesar de las intenciones de usar una cámara GoPro para mostrar los elementos que traía el elenco, no se distinguían del todo en algunos casos: por ejemplo, cuando mostraban objetos un poco más pequeños que una palma. Había dificultades para visualizarlos con claridad porque la proyección no daba una resolución adecuada, y, combinado con el tamaño de la imagen en la pared y una luminosidad que hacía ver la pantalla más brillante, dejó algo que desear. Sin embargo, no afecta mucho en la vivencia de estar frente a frente con la valentía de los artistas. Esta obra es una co-creación: hicieron un trabajo en equipo excelente a través de la intimidad del amor individual al transformarla en una armonía colectiva.

La potencia que tiene esta obra se encuentra en su trasfondo, su capacidad de instalar reflexiones sin miedo al amor ni al romance. Que, con proeza y elocuencia, Santi logra conectar con la audiencia, preguntándonos directamente: ¿alguien te ama? Una pregunta brutal para aquellos que no lo saben, y reconfortante a la vez para aquellos con la confianza de tener la certeza.

Las decisiones de color fue un pilar clave de la obra. Presentaron una calidez que evolucionó anímicamente y que se mantuvo con una calidad excepcional. En el primer y segundo acto nos enternecieron y exaltaron con el significado del amor a través del rosa y rojo: pasión, dolor, alegría, euforia, romance, sexo, sangre. Muy en sintonía con lo que veíamos en el momento, donde a nuestros protagonistas los iban aniquilando uno a uno, crudo, sin piedad, al igual que el amor cuando te atrapa – del segundo acto hablaremos después -. Estas tonalidades jamás fueron agobiantes ni tampoco innecesarias, al contrario, fueron emotivamente inteligentes, pues no abusaron de recurrir a los mismos matices, fue la cantidad perfecta de color en el momento adecuado con la afinidad de las emociones. En tanto la música esta era instrumental, y particularmente el piano elevó los momentos de mayor dramatismo; resonó en la piel y oídos de la audiencia.

En el tercer acto el azul dominó. Un color que generalmente relacionamos con la tristeza, pero que también transmite paz, fluidez, y transparencia. En El Holocausto del Amor lo usaron para ambientar un espacio de desahogo emocional a través del recuerdo nostálgico de los objetos que trajeron los artistas para contar sus experiencias, sus recuerdos más íntimos, y, a través del magnífico simbolismo que le atribuimos a los objetos, nos recuerda que el amor también es azul, es infinito, como el mar y el cielo, como aquel beso, palabra o caricia, que resuena en tu memoria cuando vez aquel anillo, un chaleco o sientes el perfume que te marcó con esa persona en alguna etapa de tu vida. Fue el instante para cerrar heridas, sanar, y mirar al pasado con gratitud y reconciliación.

El segundo acto fue el más intenso de todos, donde los artistas dejaron el alma en el escenario. Algunos se desquitaron con el amor, otros lo ignoraron, pero hubo aquellos que liberaron su bestia interior: que detonó a gritos el dolor de la maldita pulsión llamada amor. La obra nos hace parte de ella, nos reflejamos con sus experiencias en donde reconocemos que nuestras retrospecciones nos impiden ver la certeza; caemos en la realidad ilusoria del amor, surgen emociones del miedo al dolor o idealizamos a una persona en un momento de fuga emocional.

Hubo un momento en la obra en que jamás creí que un grito desgarrador me hiciera sentir menos solo. Saber que alguien ha compartido el dolor te acurruca, aun si lo único que pude ver tu mente es la plena oscuridad. No hay mentira en el desgarro de las voces, ni verdades en los nudos del silencio de los actores.

Con lágrimas a flor de piel nos preguntamos, ¿somos dignos de amor si no nos amamos a nosotros mismos?, nocivo es retraerse al sufrimiento, el dolor en su cantidad necesaria nos transforma, y como tal ese es el mensaje de la obra, vale la pena ser amado y amar incondicionalmente. Cada día nos encontramos con el miedo a la intensidad, rechazo a la sensibilidad, y burla a la emoción. Nos sentimos desprivilegiados del amor cuando nos parece desconcertante. La propia moraleja evoca el título de la obra: El Holocausto del Amor nos recuerda que una vida sin amor, no vale la pena vivirla.

Ficha Técnica

Título: El Holocausto del Amor

Director y Actor: Santi Senso

Año: 2022

Duración: 50 minutos

Vestuarista: Fede Pouso

Compositor Musical: César Barco Manrique

Coreógrafo: Miguel Ángel Punzano

Edición de las Audiovisuales: Alejandro Pajuelo

Producción y Ayudante de Vestuario: Silvana Pouso

Elenco de Amor: Maria Olga Matte, Diego Saavedra,  Daniela Parra, Gabriel Cristóbal , Úrsula Hellberg Kaid, Nikolas Bagual, Marte Era, katherine Contreras, Ignacio José, Vanessa Ramos, Marcela De Lourdes, Deinar Ramirez, Paula Ureta, Catalina Navarro, Daniela Franchesca, Francisca Reiss, Jorge Maximiliano, Mario Enrique, María José Arellano, Pauly Jaramillo, Vanessa Alicel, Ayeleen Valeska, Alexander Sebastián y Kristel Rudloff.

En Centro GAM

Sábado 29 y domingo 30 de enero a las 19.00 hrs. 

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