Por Romina Burbano Pabst
¿Hilda?
…mmm
¿De qué color es la nostalgia?
… Voor mij… is nostalgie de kleur… van paars fluweel
Terciopelo púrpura… Un color preciso para la nostalgia: suave, tibio, casi irreal. Un color que se toca, que se siente en la yema de los dedos antes que en la mirada.
Última Esperanza es la aclamada obra de la compañía Cuerpo Sur que emerge como un umbral hacia otros modos de percibir y estar en escena. A través de relatos cautivadores y reflexivos, Hilda Snippe, actriz holandesa que posee un 1% de visibilidad y Ébana Garín, performer de Cuerpo Sur, atraviesan dimensiones sensoriales desdibujando las fronteras entre ver y sentir, entre el ojo y el cuerpo. En un escenario donde la supremacía de la imagen se difumina, el teatro deja de ser solo un lugar para ver y se transforma en un espacio para sentir, donde lo invisible toma forma y lo intangible se devela. Una obra que susurra preguntas en la penumbra y abre fisuras en la percepción, permitiendo que la diferencia sea un nuevo modo de habitar la escena.
En este montaje, la ceguera no implica ausencia, sino recuerdo, un espacio intangible donde el sonido, el tacto y la memoria reviven lo que alguna vez habitó la mirada. Recordar es volver a ver, pero no siempre con los ojos. A veces, la imagen se dibuja en la textura de una voz, en la descripción de un relato, en el roce de una superficie con otra, en el eco de un movimiento. Para Hilda la nostalgia es púrpura porque tiene la suavidad de un terciopelo imaginado, aquel que la memoria reconstruye incluso cuando la imagen se ha desvanecido.
¿Hilda?
…mmm
¿Qué ves al cerrar los ojos?
…Ik zie sterren
En la vaga claridad de la sala, la repuesta deslumbra la escena. Las estrellas, pequeñas luces suspendidas en la extensión del cosmos, aparecen como huellas de lo observable, le recuerdan los agradables momentos junto a su padre observándolas. La luz que viaja a través del tiempo, incluso cuando su origen ya ha desaparecido, aparece nuevamente en nosotros. Para Hilda, la visión no es una acción inmediata, sino un fulgor que no se extingue del todo. Ver, entonces, no es solo percibir lo presente, sino también cargar con lo visto, con lo que quedó impreso en la memoria.
Así como la luz de las estrellas persiste en el tiempo, la narrativa de Última Espeeranza se construye como una estela que envuelve al espectador. La historia avanza con un relato fluido e íntimo entre las dos mujeres, con reflexiones que aparecen y desaparecen como destellos en el cielo. Los diálogos y sus cuerpos en movimiento se entrelazan con el mundo sonoro, generando una sensación de viaje sensorial donde los recuerdos se evocan de manera vivaz. No hay prisa en las palabras, todo está bajo una delicada precisión, como si cada frase acariciara el espacio antes de asentarse en el espectador. Hilda y Ébana describen sus recuerdos con una voz serena, llena de tiempo y de tacto, se siente como desplegar con cuidado las páginas de un libro añejado.
En la obra las palabras, el sonido y el movimiento no solo narran, sino que re-construyen imágenes, momentos y sentimientos que no necesitan de la vista para ser percibidos. Son evocaciones que resuenan en el cuerpo y se materializan en la palabra. Última Esperanza es una luz tenue, un resplandor efímero que ilumina por un instante al espectador, transformando el recuerdo en algo vívido y tangible.
¿Hilda… qué hay en tu cerebro?
…Herinneringen… fragmenten van wat ik ooit zag
La memoria de Hilda no es una imagen nítida, es un mosaico de fragmentos, piezas de lo que alguna vez estuvo completo. Lo que una vez vio: paisajes, caras, texturas, se descomponen en retazos de luz y color, en sensaciones que persisten más allá de la forma original ¿Se puede mirar sin los ojos? La obra nos demuestra que sí, el pasado visual no desaparece con la ceguera; por el contrario, se sensibilizan otros sentidos. Así, el montaje abarca la percepción expandida de la vista, donde la imagen se recuerda desde el cuerpo y la voz. En este universo escénico, la memoria no es ocular, sino táctil, sonora, vibracional. La ceguera no es una carencia, es otro modo de estar en el mundo: un mundo donde el entendimiento está bajo la piel, donde el recuerdo no se sostiene en la nitidez de lo que se ve, sino en la permanencia de lo que alguna vez se sintió.
El montaje nos inserta en una experiencia envolvente; cada imagen, cada sonido, cada pausa parecen permanecer suspendidos en el aire, dejando una impresión que sigue al espectador incluso después de que concluye la obra. El mundo sonoro y lumínico formo una atmósfera única y diversa, que acompaña con delicadeza los diálogos. Aquí el diseño sonoro actúa como un entramado sensorial que guía la experiencia. Por otro lado, la iluminación tenue y cálida, parece recrear la memoria misma: a ratos nítida, a ratos difusa. La ausencia de imágenes, los colores y sonidos envolventes, hacen del espacio un lugar de escucha profunda. El silencio, por momentos, pesa más que cualquier palabra, como si el acto de recordar necesitara de pausas para respirar y continuar. Este mundo sensorial que se ha formado invita al espectador a experimentar la obra desde su propio cuerpo.
Última Esperanza nos deja con una sensación de haber tocado algo que habíamos dejado en el pasado, suspendidos en el aire. En su delicado entramado de palabras, cuerpos y sonidos, la obra no solo nos habla de los recuerdos y el mirar, sino que nos hace sentirlos: lo vuelve tacto. Abre una puerta hacia otros modos de habitar la escena, de forma consciente y pausada. Nos invita ver más allá de la vista, a valorar el relato y recordar con el cuerpo. En un espacio donde el pasado y el presente se juntan, la memoria atraviesa lo físico y lo intangible, de un modo tan íntimo y profundo como el terciopelo púrpura de la nostalgia. Como la luz de una estrella que ya no está, como el roce de un color imaginado, la obra nos muestra que ver es la permanencia de aquello que alguna vez nos habitó.
Ficha Técnica
Título: Última Esperanza
País: Chile- Holanda
Dirección: Luis Guenel Soto
Dramaturgia e Investigación: Ébana Garín Coronel, Hilda Snippe y Luis Guenel Soto
Intérpretes: Ébana Garín Coronel, Hilda Snippe
Diseño de Iluminación y Vestuario: Nicolás Zapata Soto
Composición Sonora: Damián Noguera Berguer
Producción y audio descripción: Josefina Cerda
Producción en terreno: Carolina Echeverría
Operador de Sonido: Sebastián Cifuentes
Representante Internacional: Loreto Araya Ignat
Concepción Audiovisual: Ébana Garín Coronel
Realización de Vestuario: Lupe Abaca
Extractos de obras de Raúl Zurita, Rita Delgado y Rebecca Solnit
Ci-Producen: GAM, Fundación Cuerpo Sur, FITEI Porto, MC2 Grenoble, Teatro Łaźnia Nowa, FITLO y Arcadia Leeuwarden
Colabora: Goethe Institut, Dirección de Creación Artística (DiCREA) Universidad de Chile y Departamento de Teatro (DETUCH) Universidad de Chile
Apoyo a la Creación: Nau Ivanow, Tryater, Grand Theatre Groningen, Festival Santiago Off, Embajada del Reino de los Países Bajos
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: +14
Coordenadas
FESTIVAL SANTIAGO OFF
Martes 28 y miércoles 29 de enero 21hrs
Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM)
Av. Alameda Libertador Bernardo O’Higgins 227, Región Metropolitana