STGO OFF Entrevista a actor de “Protocolo de Quebranto” Luifer Rodríguez: «Estirar los límites es un proceso humano que le da sentido a mi profesión»

Por Galia Bogolasky

Luifer Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1967) es actor, director, cantante, productor y guionista. En 1987 inicia su carrera profesional, entre Canarias y Madrid. Con una docena de largometrajes y una veintena de cortometrajes y obras de teatro a sus espaldas

En esta oportunidad llega a Chile con la obra Protocolo de Quebranto que narra la historia de Crezk, un hombre que persigue los territorios en los que sucede la guerra. Porta un armatoste itinerante al que llama Osel, donde esconde pólvora y pequeña munición con la que trapichea. Nadia vive atrincherada con él, una mujer extraña, casi monstruosa. Una noche, el errante dueño de Osel, encuentra un hombre malherido. Crezk le auxilia ya que intuye en él un siervo para su reino. Lo que empezó siendo una acogida se convierte en una invasión…y puede que en una guerra por la supervivencia. 

Esto fue lo que el actor español nos contó acerca de la obra que se presentó en el Festival Santiago Off. 

Protocolo de Quebranto es una obra realmente impactante, que remece, yo quedé súper afectada, es una historia muy dura. Cuéntame cómo surgió esta obra y cuéntame un poco cómo es tu trabajo con la compañía Unahoramenos y cómo se inició este proyecto.

Yo conozco a Mario Vega hace muchos años, trabajamos hace muchos años y yo llevaba un tiempo alejado de los escenarios, dedicado más a otros avatares, más bien al audiovisual, al cine, series, etc, porque no veía un proyecto de teatro que me atrapara, porque para mí el teatro es algo litúrgico, entonces necesito tener algo profundo. Cuando me llama Mario, hace dos años y medio, más o menos, para comentarme del proyecto, que me querían en el proyecto y qué me parecía. En el momento vital de cada uno, nos encontramos y yo encantado de poder trabajar con Unahoramenos y sobre todo coincidir con Marta Viera y con Mingo Ruano, que son dos compañeros a los que conocía por separado de mucho tiempo, de aquí de la isla (Canaria), pero que no habíamos tenido la oportunidad de trabajar los tres conjuntamente en un espectáculo. Yo creo en Unahoramenos, en que es un proyecto de los pocos que me interesan en Canarias, tiene una línea editorial muy clara y una línea de trabajo muy definida y que a mí me atrae particularmente. Cuando surge todo el tinglado de la invasión rusa en Ucrania y toda la situación, que lamentablemente se vivió en aquel momento y que todavía desgraciadamente sigue viviéndose en ese país tan denostado por la injusticia, me comenta su idea del proyecto y cuáles son los pasos a seguir. Nos organizó, nos entabló en un sistema de trabajo, que para mí ha sido de lo más intenso que yo he hecho en mi vida a nivel de teatro, sobre todo a nivel de estar vinculado en el proceso desde el minuto uno. Él se fue con unos compañeros, reporteros gráficos, hizo trabajo de campo en Ucrania al año de iniciarse la invasión y pudo comprobar in situ la situación de lo que es la guerra, porque la guerra es un concepto que a todo el mundo le parece mal, pero que vemos en la distancia. Poder recabar la información, la sensación, la emoción de estar allí, él nos la fue transmitiendo por su experiencia propia y por la cantidad de entrevistas con supervivientes y con ucranianos que estaban ahí, de diferentes ámbitos, y que nos explicaban de una manera muy profunda el sentir y el qué significa la guerra. Nos situaba en Ucrania, espiritualmente. Eso sumado a la labor que él hace en el proyecto, de vincular una serie de mesas redondas con juristas, con periodistas de guerra, reporteros y con personas vinculadas a las ONG que están vinculadas a los frentes de guerra. Entre ellos, en los ensayos, se iba elaborando el texto a través de esos testimonios, en diferentes momentos del proceso, tuvimos la oportunidad y para mí la suerte y el placer, sobre todo, de compartir con personalidades como Alberto, como Garzón, como periodistas, como Nicolás, que nos situaron en ese espacio y el poder estar en una mesa y tener de primera mano las impresiones de gente experta, de gente que son personalidades con una profundidad humana increíble, que nos iban, en cada uno de los campos, situando en las diferentes aristas del problema. Mario, desde un principio, lo que quería era contar no tanto la guerra desde el punto de vista de las luchas políticas e ideológicas, sino más bien desde el lado humano, que es lo que más me interesaba, y cuáles son los límites del ser humano ante un evento tan extremadamente perverso, como es la guerra, y cómo influye eso en la humanización y en la deshumanización del ser humano. A partir de ese planteamiento, fuimos caminando en los ensayos de su mano, y fuimos probando en varios momentos. Él trabaja de un modo que hace diferentes fases en el proceso; una fase en la que plantea un texto teórico, un texto contextual, en el cual nosotros podemos improvisar e ir encontrando diferentes matices, hasta ir llegando a la senda final del texto que se pudo ver en el festival. Para mí ha sido un trabajo de investigación personal y humana, en el cual te empatiza muchísimo más en las posibles secuelas que pueda dejar la guerra, que afortunadamente yo siempre he vivido lejos de eso, pero tener la sensación de haber conocido o reconocido, lo que puede ser estar situado en una situación que pueda ocurrir en cualquier momento, porque las guerras nunca se eligen, las eligen por nosotros. Yo creo que ese es el camino principal por el cual transcurrí en mi proceso personal, el de los tres (actores) fue un poco igual. Ir componiendo el personaje de Crezk, que es el que yo hago, que es ese traficante de armas que vive en su propio territorio, que va en su carro de un sitio a otro viviendo a partir de la guerra. Entonces, entender una psiquis como esa ha sido un trabajo para mí muy profundo, y que de alguna manera me ha ayudado a mejorar como ser humano.

La obra plantea muchas temáticas, muy profundas, muy duras, y cada personaje tiene un desarrollo, donde efectivamente tienen un arco dramático muy bien construido, parten en un lugar, se vuelven cada vez más crípticos, más terribles, partir de esa deshumanización. Cuéntame, ¿cómo fue impregnarte en tu personaje Crezk? ¿Qué elementos pudiste rescatar? ¿Tuviste alguna referencia, algún personaje que pudiste incorporar en tu creación de tu personaje?

Yo me basé principalmente en los testimonios de las entrevistas que Mario nos planteaba en esos ensayos, en esas visualizaciones, porque nos transmitía un conjunto de aristas, de gente que había sufrido terriblemente. En mi personaje, principalmente, había un señor que se llama Valery, que es un señor que había perdido a su hijo y que yo cuento en el espectáculo el monólogo que le da la razón de su pérdida de conciencia o de su límite. Me basé bastante en ese dolor contenido que ofrecía en las imágenes, en la entrevista al hablar, la tristeza enorme y el cómo la cabeza puede estar en el límite de estar entre la normalidad o la locura. Me basé mucho en eso, en referentes que uno tiene en su cabeza de cosas que ha visto evidentemente, tanto en la vida, como en el cine, en obras de teatro, en textos que ha leído y se imagina. Yo normalmente trabajo sobre el ser humano, me gusta más ver la gente de la calle, que ver propuestas de otras películas o de otras series. Pero me gusta imaginarlo y sobre todo sentir y transcribir lo que yo siento que el personaje tenía en la cabeza. El personaje también se plantea desde un lugar en el cual en un principio él es el que está al límite y poco a poco va desgranando cuál es su origen. Para mí eso era importante, que, en ese monstruo, que aparentemente se plantea en un principio, una persona enajenada, tuviera una razón, siempre existe una razón. Sobre todo, el límite, yo creo que el límite humano es algo que estuvimos trabajando y que estuvimos surfeando siempre en nuestra propuesta. ¿Cuál es nuestro límite, tanto moral, ético, de comportamiento? Yo vengo de un lugar maravilloso que es las Islas Canarias, donde afortunadamente nunca ha habido una guerra, entonces es muy difícil imaginarlo. He vivido otra serie de procesos en los cuales uno es testigo de la miseria humana. Es trasladar lo que uno al final entiende o desea. Para mí, el trabajo tenía un compromiso muy importante porque de lo que hablábamos era algo tremendamente serio e importante, y más en el mundo en el que estamos ahora mismo viviendo, que desgraciadamente está tan en sombra. Tener el placer de desarrollar o la intención de desarrollar una idea sobre algo que está tan sobre la mesa y que necesita, sobre todo ser trabajado desde una honestidad que va más allá de mi honestidad propia, sino en representar ese dolor, esa trágica y terrible situación en la que se ven envueltos todos los que están involucrados en un conflicto bélico.

¿Cómo enfrentaste las escenas más duras? ¿Cómo te preparaste? ¿Cómo trabajaron en conjunto los tres actores?, ¿Cómo llevaron ese trabajo, y en tu caso particular, trabajar en esos monólogos tan duros y potentes emocionalmente?

Yo creo que eso viene dado por la trayectoria y el entrenamiento. Una de las directrices que tenía Mario Vega, el director, era no dar concesiones, él pensaba que el espectáculo necesitaba de una poética visual, pero lo que pasa en esos sitios no tiene respiro. El viaje actoral de esta obra es muy intenso, precisamente por eso; es tirarte a la piscina, nunca mejor dicho, porque es una piscina donde estamos. Todo eso tiene que ver con; primero, el entrenamiento personal de cada uno, en su trayectoria, en su experiencia, pero sobre todo porque yo, particularmente, siempre afronto los trabajos desde la humanidad de los personajes. Yo doy clases y a mis alumnos les digo “vamos a ser personas G”. No me gusta utilizar el término “personaje” porque el término “personaje” me lleva a una ficción. Yo creo que nosotros, lo que trabajamos o lo que exponemos son seres humanos que respiran, que sienten y que sangran en el espacio. A partir de una vez ya definidos los personajes, cuáles eran sus curvas, era intentar buscar la experiencia personal de cada uno y de la imaginativa, de lo que uno se imagina que son las cosas, en la experiencia sensorial y de observación que uno va haciendo a lo largo de la vida de la situación. A mí me gusta mucho perderme en las ciudades a ver a la gente, a observar qué es lo que el mundo nos muestra y cómo la gente se comporta. Uno siempre ha tenido experiencias propias y ha sufrido experiencias de otros y de otras que, de alguna manera, nos van formando, esa masa sensorial que nos hace seguir encima de las tablas contando lo que estamos contando.

Para mí, es un trabajo que salgo de la obra y es de estas veces que sí necesito una hora, una hora y media de reencontrarme, porque uno llega a unos límites muy grandes. Este personaje me ha permitido investigar cuáles son mis límites a esos niveles, cómo afrontar el trabajo que viene dado en la seguridad del equipo que creamos entre los tres. El trío de actores hemos creado una burbuja en la cual nos sentimos apoyados y que nos sentimos seguros en la confianza del otro. Eso es fundamental para poder tirarte sin límites, tirarte sabiendo que hay una red que te va a acoger en un momento dado de la caída. Eso nos ha permitido llegar a nuestros límites y estirar los límites es un proceso humano que, para mí como actor, creo que es el que le da sentido a mi profesión.

Te quería preguntar sobre lo que mencionaste antes de la piscina, la puesta en escena es realmente impresionante. Ustedes están todo el rato interactuando en un espacio que está mojado ¿Cómo fue esa propuesta? ¿Cómo la hacen viajar por el mundo? ¿Cómo se enfrentan, como actores, a una puesta en escena tan viva?

Eso es una idea que tenía Mario Vega muy clara desde el principio, que era utilizar el agua como conductor de la historia, el agua como reflejo, espejo, el agua como humedad, como incomodidad, como frío. Eso lo trajo él de allá, de la sensación de que es ingrato vivir en una ciudad o en un territorio donde no existe luz, donde no existe agua corriente, donde hay frío, es muy incómodo. A la vez sitúa al espectador en una incomodidad, como tú dices, de que estás viendo a gente que se está mojando, que está viva la escena. Eso produce una respuesta del espectador, por lo que hemos ido recabando en el feedback de mucha gente, en que incomoda ya de por sí esa agua. La escena de Nadia cuando está con la manguera limpiando al periodista, y esa agua corriendo todo el rato mientras habla, y te va poniendo nervioso, entonces genera ciertos espacios o momentos. Yo tengo conocidos que han ido a ver la obra y que decían: “Yo sentía frío”. Entonces ese traspaso de la escena, el agua lo da, y aparte yo creo que es un vehículo por el cual contar esta historia mágica, en el sentido de que genera una poética visual muy interesante. A mí me habló desde un principio que iba a llover en el escenario, yo digo: “Esto ya es soñar mucho más allá”. Mario Vega se caracteriza mucho en su manera de trabajar, de crear los espacios, él se emperra mucho en buscar el espacio donde contar la historia. En este caso, se investigó, se creó un sistema de regadío escénico que es el que llevamos de gira, que cabe en un par de maletas, porque el resto se busca en los sitios donde vamos, porque son bidones y tuberías. Es un sistema hidráulico que se ha inventado él y que funciona muy bien, y que nos da todo el arrope para contar esta historia. El que más sufre es el periodista, Mingo, que es el que más frío pasa, pero sí, hay un momento de incomodidad todo el rato, porque en el fondo estás mojado, se te mojan los pies, se te moja la ropa, y trabajar con la ropa pegada es algo orgánico que te ayuda a conectar contigo mismo, con tu mismo frío, con tus mismas emociones.

¿Cómo fue la experiencia como compañía de venir a Chile a presentar esta obra en el Festival Santiago Off? ¿Cómo vieron la reacción del público? ¿Habían venido antes a Chile?

A nivel personal, yo nunca había estado en Chile, me quedé con ganas de estar más tiempo, pero tenía cosas que hacer aquí y no podía dilatar mi estancia. El Canario siempre ha tenido con Latinoamérica, en general, una conexión muy especial. Nosotros nos consideramos europeos administrativamente, africanos de espacio, pero yo creo que de alma Latina y se nota. Uno vive aquí, en Canarias, y lo latino, la música. Yo siempre he estado muy vinculado a la música folclórica, Víctor Jara, Illapu, Inti Illimani, Quilapayún, todo eso ha formado parte de mi crecimiento y de mi poesía. Es un país que quería conocer y que me gustaría conocer más profundamente, porque esta vez fuimos a trabajar y tuve poco tiempo. Tuve la fortuna de estar en Santiago de Chile y por lo menos tener una visión, irme con un sabor de tener un rincón que he conocido, más o menos he podido departir con la gente, me parece un pueblo muy amable, una ciudad amable, muy cariñosa, hospitalaria a la hora de estar, se come muy bien, además y con mucha historia. Eso para mí, me impresionó, llegar al Palacio de La Moneda, acordarme de toda la historia de Allende y de todos aquellos que lucharon por la libertad del país. Hay cosas muy emocionantes y lo notas cuando paseas por Santiago, es el peso de la historia. Yo encantado y específicamente ir a trabajar, viajar por el mundo y conocer el mundo a través del teatro es una de las suertes que yo he tenido en la vida, porque conoces el paisaje, pero sobre todo el paisanaje, y eso es lo que más me llevo, el contacto con la gente que he conocido y que me han hecho sentir en casa y eso no siempre pasa.

FICHA ARTÍSTICA 

Título: Protocolo de Quebranto 

Dirección, texto y escenografía: Mario Vega 

Dirección de producción: Valentín Rodríguez

Elenco: Marta Viera, Mingo Ruano y Luifer Rodríguez

Compañía: Unahoramenos 

País: España

Disciplina: Teatro 

Duración: 85 min

Coordenadas

Horario: 20:00 H

Teatro UC – Sala Ana González

Funciones: 30 – 31 de enero / 1 de febrero / 2025

Edad recomendada: +18 años

 

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