Thomas Ostermeier: “Si el teatro pudiera cambiar el mundo, viviríamos en otro mundo”.
En el Teatro Municipal de Las Condes se estrena nuevamente una obra que dirige el alemán Thomas Ostermeier, UnEnemigodelPueblo. Esta obra es se presenta el último fin de semana del Festival Santiago a Mil 2017. Es una crítica social que cuestiona el valor de la honestidad en una sociedad dominada por los intereses del capital. Ostermeier, uno de los más grandes directores teatrales de Europa, junto al destacado dramaturgo Florian Borchmeyer, rescatan esta historia escrita hace más de 130 años por el padre del drama realista moderno, Henrik Ibsen, para poner en valor su vigencia e instalar, con dosis de humor, su conexión con las contradicciones de la sociedad contemporánea. Entrevistamos al director, quien nos habló de la obra, los temas que atraviesa y lo que está pasando a nivel político y social en el mundo actualmente, que también se plantean en esta obra.
¿Qué fue lo que interesó de adaptar esta obra de Ibsen?
TO: Es obvio. Es una obra sobre un problema ecológico, lo que es una de las mayores amenazas para la sobrevivencia de la humanidad. En esta obra tienes, en una pequeña escala, como un modelo, el problema de por qué no actuamos como deberíamos en torno al desastre ecológico, a la catástrofe ecológica que está frente a nosotros, ¿por qué no cambiamos? Luego están todos los ingredientes del por qué, o el por qué no. Tienes el poder económico, tienes a los políticos que dependen de la economía, tienes a los periodistas, que dependen del poder económico del editor, tienes a editores que dependen de políticos, tienes a jóvenes enojados revolucionarios, que se caen en el momento que realmente enfrentan a la lucha política. Luego tienes al protagonista que al enfrentarse a la verdad, no es escuchado, por lo que se convierte en radical, y cuestiona todo el sistema político. También está la pregunta de la democracia. Tienes la pregunta más importancia de la representación al final, es la pregunta acerca del poder político. ¿Creemos todavía en la democracia? ¿Creemos todavía en la representación del poder político de parte de nuestro gobierno? Cuando muestras esta obra a nivel mundial, como lo hicimos, entonces te preocupas del estado de la conciencia política, porque como en todas partes del mundo la gente no confía en la representación política, lo que es un desastre. Por eso elegí esta obra.
Hay una visión política suya en el teatro. ¿qué tiene que decir el teatro frente a lo político? ¿Qué rol juega el teatro?
T.O: Nada.Ningún rol. El teatro no tiene el poder para cambiar el mundo. El teatro nos refleja a nosotros pero no nos cambia.
¿No es una oportunidad de despertar la conciencia del público?
T.O: Quizás. Pero soy muy escéptico. Vengo de un país donde Bertolt Brecht era el escritor político más importante. El no pudo cambiar nada con respecto al fascismo. Quizás el realizador de teatro más importante de la historia tenía que escapar de los nazis. Si el teatro pudiera cambiar el mundo, viviríamos en otro mundo. Lamento decirlo.
Esta obra ha funcionado de distinta manera en Europa que en Sudamérica. ¿A que se debe eso?
T. O: No lo sé, no sé cual es la razón, pero la presentamos en Colombia, en Sao Paulo y en Buenos Aires. La reacción de la audiencia, no estoy seguro de que se pueda conectar al país o a la mentalidad del país. Porque cuando la presentamos en Bogotá, no salí contento con la clase social de la que gente que asistió porque las entradas eran muy caras. A pesar de eso, teníamos una audiencia bien grande, que fue muy triste en realidad, porque habían cientos de jóvenes afuera que querían entrar pero no tenían la plata. Tenemos esa interacción con el público en la obra, y uno de los espectadores dijo: “¿Por qué estás hablando de la miseria en el mundo y tus entradas son tan caras,? donde la clase trabajadora y los estudiantes de Bogotá no pueden ver tu obra, a pesar de que la quieren ver. Entonces le dije que le dijera a sus amigos que vinieran al día siguiente para ver la obra gratis. Tuvimos un gran conflicto con el festival. Ellos no querían que entraran gratis. Había mucha gente afuera. Logramos hacer entrar a algunos a través de la puerta trasera, por el escenario. Siempre es una cuestión que no tiene que ver con el país en el que te estás presentando, pero más con a qué clase social le estás hablando. Depende del sector donde se encuentra el teatro, depende qué tan grande es la desigualdad en ese país, depende en la historia del festival al que vamos. Algunos festivales le quieren hablar a los más jóvenes. Tienes a un público interesante. Como cuando fuimos a Sao Paulo, hay un centro cultural, el Cesc, donde la política es que la gente del barrio, y la case media puede ver la obra. Ahí tuvimos una maravillosa reacción. Incluso la gente se subía al escenario y se paraban frente al actor, porque en el momento en que el enemigo del pueblo es atacado por bombas de colores, un miembro del público se subió al escenario para protegerlo. Honestamente, cuando nos presentamos en Bogotá, tuve la sensación que era como si estuviéramos en Boston o en Denver. Porque la audiencia era de clase alta. Entonces no tiene que ver mucho con que sea Europa o Sudamérica, tiene más que ver con qué clase social está en la audiencia.
Aquí estás en un barrio acomodado.
T. O: Sí, lo sé, quería presentarla en otro lugar.
El festival trae a diversos públicos. Tienes que ver con el festival.
Espero.
¿Qué expectativas tiene del estreno de la obra en Chile?
T.O: No tengo expectativas. Espero que haya una buena participación de la gente. Porque tenemos un momento donde la obra se abre al público. Espero que la gente se sienta cómoda, y dispuesta a participar en eso. Esa es la única expectativa que tengo. Es más un deseo que una expectativa.
¿La idea es que se interpreta al público para que hable?
T.O: No necesariamente. Si no quieren hablar, nosotros continuamos. Nunca ha pasado hasta ahora. Pero honestamente me gustaría que ocurriera alguna vez. porque eso también es un reflejo del estado de la discusión política. Nos hemos presentado en Polonia y la gente estaba asustada de hablar. Lo podías sentir. Estuvimos hablando después de la función con la audiencia. Ellos dijeron que no sabían si había gente mirando y tomando notas, y mirándolos si hablaban. Esto también es algo verdadero, cuando no es interactivo. Nosotros pensamos antes de ir a Polonia, que ahí iba a haber una fuerte interacción, porque allá hay una fuerza política de derecha tomando control sobre Polonia, y eliminando la democracia, y la audiencia iba a estar llena de rabia, pero no es verdad. Hemos estado sorprendidos muchas veces, así que ya no tengo más expectativas, porque generalmente las expectativas que hemos tenido no se cumplían. Antes de ir a Nueva York pensé que allá iba a ver un silencio total. Es la capital del capitalismo, la capital del neoliberalismo global, pero fue hace como 2 ó 3 años, hubo una reacción muy fuerte, gente que lloraba, en 5 minutos se habla sobre Nueva York, el New York Times, hablaban de Washington, el presidente, mucho antes de Trump. La gente gritaba que necesitaba una revolución, algo que no esperas cuando vas a Nueva York. Generalmente es al revés de lo que esperamos. Así que no espero nada.
¿Cuál fue el mayor desafío durante el proceso de creación de la obra?
T.O: Hacer un buen espectáculo. No hubo mayores desafíos y dificultades. Estrenamos en Avignon, y sólo teníamos 2 días antes del estreno para montar. Nuestro camión con la escenografía llegó tarde así que sólo tuvimos un día para montar. Eso fue un gran desafío.
¿Hay alguna complejidad para montarlo internacionalmente?
T.O: Cuando estuvimos en India, fue muy difícil porque construimos la escenografía ahí mismo. Eso fue muy desafiante. Incluso acá en Chile construimos el escenario acá mismo. Para nuestros técnicos es un gran desafío. Lo hacemos para poder bajar los costos. Porque el teatro alemán es muy caro. Desafortunadamente.
Cuando uno ve las obras que dirige Thomas Ostermeier, uno queda impresionado por la energía que pone, además del sentido político y social que tienen sus obras. Son todas muy contemporáneas. ¿Nos puede contar algo sobre esos conceptos?
T.O: Me alegra que lo pienses así. Pero tienes un director chileno que hace lo mismo. Incluso mejor. Marco Layeracon La Resentida. Incluso más fuerte, muy político, más potente. A mi me gusta mucho. No diría que es especial mi manera de trabajar. Creo que la gente que tiene una ambición y quiere decir algo y viene de una historia no teatral, tiene otro ritmo, otra pasión, intereses y preocupaciones distintas cuando trabaja en teatro. Esto se ve en las obras y en las producciones. Creo que tiene que ver con varias de las otras mecas teatrales, olvidaron por qué empezaron. Yo no soy bueno, soy promedio. Lo que Marco hace, y lo que hago yo, creo que debería ser el nivel normal del teatro.
¿Está la idea de poner al espectador en tensión?
T.O: No pienso en el público. Pienso en mi mismo. Me siento ahí, y cuando me aburro, lo cambio. Yo quiero que me entretengan. Quizás por eso el público tiene la sensación de estar entretenidos. No quiero que me enseñen, quiero que me entretengan. El teatro debiera ser una alegría, si no vamos a la iglesia, o al congreso.
¿En esta obra hay más rock?
TO: Un poco.
Hoy asume Donald Trump en Estados Unidos. A propósito de lo que propone esta obra, y a partir de los dichos de Trump, respecto a que no está de acuerdo con el cambio climático. ¿Qué opinión tienes como director, respecto a este tema que es un tema mundial que se está discutiendo?
T.O: No es una sorpresa lo que yo pienso de este asunto. Estoy desesperado, enojado, pero más enojado con la izquierda, porque ellos la cagaron.Ellos la cagaron en todas partes en el mundo. Así que ahora tenemos el problema con la nueva derecha. Ellos la cagaron y ahora tenemos esta gente estúpida en el poder. Nosotros la cagamos.No puedo cambiar esto como director, puedo cambiarlo como una persona consciente políticamente.
¿Puede servir de inspiración para un futuro proyecto?
T.O: Voy a hacer “Un Enemigo del Pueblo”en Nueva York, en Broadway en Septiembre. Con James Franco. Esta es mi pequeña contribución al asunto. Ojalá estén muy enojados, ojalá cierren el espectáculo. Ojalá el mayor placer para mi sería que Trump twiteara algo sobre mi. Pero no creo que el teatro sea tan importante, desgraciadamente.
¿Estás al tanto de lo que está pasando en Chile a nivel político y social? ¿Con el tema de la inmigración?
T.O: Si, algo sé.
¿Qué ingerencia puede tener esta obra en un contexto político?
T.O: No creo, ¿cuánta gente cabe en el teatro? Tenemos 300 chilenos que van a ver este espectáculo, ¿cuánta gente vive en Chile?
Si, pero mucha gente que viene es la elite, gente influyente, políticos…
Pero ellos no cambiarán por una obra de teatro. Hay una cosa de la que he estado hablando en el taller en la mañana. Una cosa que es importante, es que el peligro en nuestras sociedades son las ideas xenofóbicas, racistas, que son sostenidas por el 10% de la sociedad, que están convencidos de esto e infiltran a la clase media, este es un problema real. De nuevo tenemos el problema del fascismo. Ese es el peligro. Tiene sentido hablar con esta audiencia. No tanto a los políticos, pero más a esta clase media, porque ahora tienen un rol histórico.Ellos fracasaron en Estados Unidos. No fueron a votar, o votaron por el equivocado. O pudieron al candidato equivocado. Porque Hillary era la candidata equivocada. Este es un asunto real. Esto es sobre nosotros, artistas, periodistas, realizadores, directores, escritores, profesores, médicos, la clase media. Tenemos un problema aquí. Tenemos a mucha gente de nuestra clase, periodistas, ¿que dicen acerca de la inmigración? De repente encuentras rasgos de racismo en los medios liberales. Esto le da sentido hacer esta obra. No voy a cambiar al fascista que la vea.Pero puedo hablarle a mi clase. Tenemos que ser muy cuidadosos. Cuando nuestra clase se cambia de lado, tomarán el poder. Esa es la situación en Europa. Pero también en todo el mundo. Por ejemplo en India, con el nacionalismo Hindú. Turquía, Rusia, este asunto es en todo el mundo. Tenemos a una economía en crisis, y somos muy estúpidos al no entender que la economía es el problema. No los inmigrantes.
¿Como relaciona la democracia con el problema medioambiental?
T.O: De eso se trata la obra. Hay un tema ecológico. Hay un problema en esta pequeña ciudad. Sabes lo que tienes que hacer. Es obvio lo que tienen que hacer. Ahora viene la democracia, que es muy compleja. Porque en una democracia hay diferentes intereses. Hay un interés en la gente en el poder y con dinero, y hay un interés en la gente que sueña con que algún día tendrán poder y dinero. Hay gente como Thomas Stockmann, doctor y científico, que sabe que hacer. Pero la mayoría en la obra, manipulada por los medios, no votan por la razón. Este es el problema de la democracia. Si miramos el planeta, todos sabemos que debemos hacer algo por el cambio climático. No lo deberíamos llamar cambio climático, porque eso es muy lindo, es el calentamiento global. Son dos grados más.Es un eufemismo. Cambio climático, está bien, pero ¿por qué no?. En Berlín tenemos menos 5 grados, ¿por qué no? Pero el calentamiento global es un problema mayor. Aunque vivamos en llamadas democracias, nuestras democracias no son lo suficientemente fuertes, contra los intereses económicos. De Henrik Ibsen | En una versión de Florian Borchmeyer Dirección: Thomas Ostermeier País Alemania Disciplina Teatro Duración 2 horas 30 minutos (sin intermedios) Idioma Alemán, subtítulos en español