Crítica de Cine “Bohemian Rhapsody”: La capa externa de un espectáculo inolvidable

 

Por Galia Bogolasky

“Bohemian Rhapsody” es el estreno más esperado del año. Es la biopic de Freddie Mercury, vocalista de la banda “Queen”, un ícono del rock de los 80. Mercury es interpretado por Rami Malek, actor protagonista de la serie “Mr. Robot”, quien ganó un Emmy por esa serie, y una estrella en ascenso, con un gran futuro. Con este personaje suena fuerte para ganar un Oscar.

La película comienza en la época donde este joven llamado Farrokh Bulsara, pasa yendo a tocatas, y saliendo de noche, haciendo enojar a sus conservadores padres farsis. En una tocata conoce a una banda que necesita a un vocalista. Lo reclutan y comienza una etapa de creación y giras con esta banda que al poco tiempo se convierte en “Queen”, integrada además por Brian May (Gwilym Lee), Roger Taylor (Ben Hardy) y John Deacon (Joseph Mazzello).

El éxito llega rápido cuando su agente logra un contrato disquero y desde ahí todo funciona increíble y la banda se empieza a hacer conocida, comienzan las grandes giras y las ventas millonarias de su primer disco.

La historia se detiene un rato en el episodio de la creación de la canción que da título a la película, para luego ser rechazados por el agente disquero y rápidamente se convierte en un hit. La típica historia del difícil camino al éxito, en este caso se centra en el proceso de creación para generar un hit memorable, para luego convertirse en el mayor éxito del grupo, lo que los terminó por consolidar y llevarlos a las grandes ligas del rock mundial.

La historia cumple con el típico arco dramático de las biopic, el auge y caída de una estrella, para luego entrar en el episodio del quiebre del grupo cuando a Mercury le ofrecen un contrato millonario por hacer dos discos solista. No sólo se produce el quiebre con la banda, sino que también Mercury corta relación con su asistente, que es como su perro faldero, enamorado de él desde el comienzo, un amigo fiel, pero que lo traiciona por ambición.

Finalmente la historia desembarca en el gran concierto Live Aid del estadio Wembley en Londres, donde las bandas más grandes del mundo se unen por un concierto a beneficencia de los niños de África.

La película es convencional en su forma, tiene el gran plus de contar con la música de “Queen” que funciona como la banda sonora perfecta, y además cuenta con la venia de los integrantes de la banda. Por lo tanto la película resulta bastante bonachona, muy Hollywood en su forma, muy emotiva sobre todo por el conocido final de su protagonista, pero desperdicia la oportunidad de entrar en el fondo del personaje. Mercury es retratado como un tipo muy bueno, que no se involucra con nadie, que prácticamente no le hace daño a nadie.

El aspecto personal de la estrella es apenas revelado, lo que es un punto negativo de la película ya que aparte de su relación con Mary Austin antes de salir del closet, su vida privada no es tema. Hay un pequeño guiño a su homosexualidad, pero no logra explorar esa parte de su vida, dejándolo como alguien que no se involucró con nadie sexualmente por lo que resulta bien extraño cuando finalmente anuncia que tiene SIDA y no se muestra ese lado suyo, un elemento relevante de su vida. Sólo al final aparece un hombre que es presentado como su pareja, pero no ahonda en ese tema. Se nota el esfuerzo para que la película sea todo espectador (finalmente resultó para mayores de 14) ya que no mostrar ningún encuentro sexual, ni prácticamente insinuarlo, es bastante naïve.

La película no se mete en la intimidad del protagonista, no lo logramos conocer a fondo, como si lo han hecho otras grandes biopics de músicos, dónde uno si logra conocer los grandes dolores, los grandes miedos, en definitiva, al personaje por dentro.

En “Bohemian Rhapsody” la vida de Mercury es contada desde la superficie, sin entrar en capas más profundas. Era necesario para un personaje como éste, por eso la película queda al debe, porque queda demasiado por encima y falta lograr más profundidad. La historia que conocemos no la queremos ver, queremos ver lo que no conocemos.

A pesar de que es un producto de mera entretención, con la mejor música acompañando todo el relato, la historia queda en la mera superficie y nos falta conocer al Freddy Mercury real, no el tipo seco y buena onda que todos apreciamos, sino que al hombre que sufrió, que vivió, que tuvo una vida corta e intensa. Eso es lo que queríamos ver, y nos quedamos con una película-espectáculo, un concierto de una de las mejores bandas de rock de todos los tiempos. Nos quedamos con la cara bonita de un personaje con múltiples capas y un mundo por explorar. Finalmente “Bohemian Rhapsody” nos muestra la capa externa de un espectáculo inolvidable

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