Por Javier Salah M.
En la década de 1920, cuando los efectos de la gripe española aún mostraban sus consecuencias, se muestra esta historia ambientada en Hawái. Ahí se trabajan los campos de café, el principal recurso económico de la zona luego de la desvalorización del azúcar. Los campesinos son inmigrantes japoneses que llegaron al país y la historia comienza con la muerte de la madre de Jo, una de las tantas víctimas de la pandemia que afecta a la isla. Jo es un pequeño mestizo, hijo de una japonesa con un norteamericano. Por esto, es considerado como un “bastardo” porque, según dicen en el pueblo, “no pude salir nada bueno de esa mezcla”.
Jo, a diferencia de sus coterráneos, puede hablar japonés e inglés, lo que se convierte en uno de sus mecanismos de defensa frente a la vida. Luego se encuentra con Doc, interpretado por Matt Dillon, quien es el nuevo doctor que llega a la zona para ayudar a los campesinos a cuidarse (o salvarlos) de la gripe española. Esta enfermedad no solo deja muertos, sino que los dueños de los campos consideran de suma relevancia salvar a sus trabajadores para evitar la crisis económica del café.
Paralelo a la historia del doctor y su joven pupilo, está la familia Danielson, dueños de los campos de café. El padre, Mr. Danielson (Nick Boraine) es racista y manipulador, y ve en su hija Grace (Olivia Ritchie) un salvavidas económico para la familia, pues la quiere casar con un supuesto millonario.
Running for Grace en inglés y El joven doctor en español. No es raro que ambos títulos sean tan distantes, porque, efectivamente, este filme dirigido por David L. Cunningham, tiene un foco que tropieza constantemente a medida que avanza la historia.
Es cierto que hay licencias infinitas para escribir historias, sobre todo en el amor; algo tan visto como el romance de una pareja a la que le impiden estar juntos la hemos visto miles de veces, pero cambia la fórmula y, cuando está bien hecha, el resultado es exitoso. Acá, sin embargo, es una historia visitada tantas veces y, peor aún, predecible de principio a fin.
Esta mezcla entre Forest Gump y Romeo y Julieta no logra convencer. Su elenco, por lo demás, no logra cohesionar el argumento. Dillon está lejos de una interpretación como en Crush, aquella película del 2005 que le valió una nominación a Mejor actor secundario durante esa temporada de premios. Jim Caviezel (La pasión de Cristo) es el antagonista y está repleto de obviedades, no solo por sus evidentes intenciones monetarias, sino porque hay dos trágicas escenas que, lejos del drama, son tremendamente ridículas. Más que un personaje ambicioso, se muestra totalmente torpe. La cinta tiene una narración al principio y al final, lo que lejos de ser un aporte se muestra como un recurso carente de fluidez. Tiene un tono de fábula, pero está muy lejos de serlo.
Hay dos personajes que entregan ciertas luces de carisma y empatía. Miss Hanabussa (Rumi Omaya), la sirvienta de Grace, es un pilar emocional para la joven. Su mirada en el filme pudo haber sido un gran aporte, pero tiene espacio solo al comienzo y al cierre. Y Jo (Ryan Potter), quien, a pesar de llevar un guion débil, es carismático. Su motivación, en cambio, queda en deuda porque no cierra ni su faceta de joven aprendiz de doctor, ni el de amor imposible o el de multicultural que se enfrenta a las adversidades de la vida.
¿Algo bueno? Los paisajes. Nos muestra cuán grande es la naturaleza frente a la adversidad, como la gripe española en este caso. Algo que, cien años más tarde, vivimos de forma similar.
Título: El joven doctor (Running for Grace)
Duración: 110 minutos
Año: 2018
País de origen: Estados Unidos
Director: David L. Cunningham
Elenco: Jim Caviezel, Matt Dillon, Ryan Potter, Olivia Ritchie, Rumi Oyama
Género: Drama
Estreno 18 de febrero a través de Cining.cl
Distribución: BF Distribution