Crítica de cine “Oro Amargo”: La hija, el padre y los pirquineros

Por Álvaro Guerrero

El cine chileno parece cada día que pasa contar con un mejor trabajo en los guiones, ya que a nivel técnico hace rato que se ha profesionalizado mucho. En temas de ritmo, apenas unas décadas atrás, hablar de películas no producidas en Hollywood generalmente equivalía a pensar en un cine experimentado como “lento”. A menos que se tratara de un producto muy comercial, creado paso a paso pensando exclusivamente en las taquillas. Hace rato que, al menos en lo que respecta al cine europeo, la agilidad es un atributo que parece obligatorio, salvo en los casos específicos que requieran lo contrario. Para el cine nacional sucede algo similar. Las películas tienen claro que entre sus deberes también está el entretener o mantener la atención de un espectador cada vez más alejado de las salas y mediado por el formato de las series.

Oro Amargo se encuentra en la encrucijada entre arte y diversión, y no rehúye ninguna de esas dos responsabilidades. El año pasado se estrenó el documental chileno de la misma productora Juntos Films, La fabulosa máquina de cosechar oro, que presenta a un viejo pirquinero, un buscador de oro en la Patagonia, sometido a las inclemencias del clima y la vejez en su necesidad de encontrar sustento en lo único que sabe hacer desde siempre, y donde a pesar de la precariedad generalizada de su vida, prefiere continuar antes que emplearse bajo las órdenes de algún tercero. Es un documental parco y directo en sus recursos cinematográficos, al servicio de un hombre que nunca se hizo rico, y su rostro avejentado. Cuando fui a ver Oro Amargo tenía expectativas encontradas, lo que se derivaba seguramente de lo presente que tenía en la cabeza al rostro y las palabras de aquel hombre ya viejo en el extremo sur del mundo, en comparación a una nueva representación de buscadores de oro, ya en el terreno de la ficción y el suspenso. Fue interesante pasar rápidamente a otra cosa desde la escena inicial. Era atractiva y prometía buen cine. Solo había que esperar y por ahora, olvidar al otro minero de la realidad.

Esta historia transcurre en el norte grande, en pleno desierto. Desde el comienzo sabemos que uno de los pirquineros, interpretado por el talentoso Michael Silva (Jorge González de la miniserie Sudamerican Rockers), que Pacífico (Francisco Melo) tiene contratados por jornada diaria, representa un problema debido a la influencia de su familia, en particular por un tío del primero que forma parte de la competencia directa. El joven en cuestión, se revela como una bomba de tiempo: irresponsable, borracho, y sutilmente amenazante respecto a la hija de Pacífico, Carola (Katalina Sánchez). Esta última es una joven que representa a la única mujer de la historia, ubicada entre hombres adultos en un ambiente de mucha dureza, donde se coquetea incluso con la ilegalidad, si es necesario a la hora de encontrar y explotar nuevas vetas. Los personajes aparecen aislados de cualquier contexto urbano, toda la acción transcurre alrededor de las cuevas donde se busca el mineral dorado, o en la casa de Pacifico, lejos de cualquier otra, en el desierto en suma.

El director Juan Francisco Olea y su director de fotografía Sergio Armstrong, explotan el paisaje de montañas y crepúsculos en el desierto, con la misma prolijidad con que van desarrollando a fuego lento, pero con un ritmo decidido y sostenido para una película de menos de 90 minutos de duración, el cambio de roles de poder entre hija y padre. Carola es un sujeto visto como débil en ese medio ambiente junto a su padre, el líder del grupo, y que podría sentirse al principio como un frágil muro de contención entre la civilización y la barbarie que puede explotar en algún momento. Y aunque esa barbarie, afortunadamente, nunca llega a puerto, se cuela y aparece una y otra vez, más amenazante que real. Un “accidente” surgido del conflicto de personalidades y la ambición de riqueza, hará desaparecer del mapa a Pacífico para dejar al mando a Carola. La película entonces, ya ha pasado por una fase de thriller y se orienta a la tensión que va acumulándose en las relaciones entre la muchacha y los experimentados pirquineros. No se sabe cuándo Pacífico podrá retornar, y tampoco ellos saben lo que realmente está ocurriendo, por lo que la situación va ganando en nervio.

La forma en la que Carola va empoderándose es inversamente proporcional a la desconfianza que va generando su presencia y más bien la cada día más inexplicable ausencia de Pacífico. En Oro Amargo no hay muchas cosas escondidas, el material narrativo y expresivo se entrega abiertamente en dosis justas y es un acierto el hecho de que por esa vía se logre mantener el interés, no solo en lo que va a suceder, sino también en aquello que está ocurriendo ante nuestros ojos, o acaba de pasar.

No todos los personajes masculinos se comportan de la misma forma, ni tienen personalidades de molde, ni guardan los mismos valores, pero el miedo campea, aun si la muerte (y su olor) pase por detrás de sus narices. Cuando finalmente Carola toma una decisión, lo hace ya totalmente desengañada por la violencia de algunos y la relativa apatía de otros. Puede que la libertad de esta mujer, aún muy joven, llegue en el momento preciso en que tiene que llegar dentro de la historia contada, aun cuando quede flotando una leve sensación de que faltó por ahí alguna pieza narrativa para cerrar a nivel anecdótico. Algún elemento más funcional y relacionado con la intriga, incluso policial. Pero también es cierto que una vez encendidas las luces del cine solo retuve elementos de satisfacción. Esto entretiene, a ratos deslumbra en la belleza de encuadres y fotografía, y por sobre todo interesa, en su tensión y en la evolución del personaje femenino hacia la libertad.

Ficha técnica

Título: Oro Amargo

Dirección: Juan Francisco Olea

Reparto: Katalina Sanchez, Francisco Melo, Daniel Antivilo, Michael Silva, Moises Angulo, Carlos Donoso 

Guion: Maria Luisa Furche, Francisco Hervé

Fotografía: Sergio Armstrong

Música: Sofia Scheps

Duración: 88 minutos

Género: drama, thriller

País: Chile

Año: 2025

Productora: Juntos Films

Distribución: Cinecolor

 

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