Crítica de teatro  “María”: Si esto no es teatro ¿Qué es?

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Por Eduardo Taylor

Se presentó vía streaming un adelanto de la obra María de Carla Zúñiga y Juan Pablo Peragallo que, por motivos del COVID-19, su estreno fue suspendido. La obra es una adaptación libre del relato La habitación oscura de Tennessee Williams. En ella una asistente social entrevista a una madre para conocer las paupérrimas condiciones en que vive su familia. Mientras tanto su hija yace desnuda y encerrada en su habitación hace seis meses. En tiempos de COVID-19 inevitablemente surge una pregunta: ¿quiénes son los que están realmente encerrados?

El encierro nos obliga a repensarnos, ahondar en nosotros mismos, algunos no los soportan y se desesperan, porque estar con uno mismo no siempre es agradable. Los otros nos distraen, nos divierten y muchas veces nos alejan de lo esencial. ¿Qué es lo esencial en el teatro? ¿Qué elemento al ser retirado de la escena hace que una obra de teatro deje de ser teatro? ¿El cuerpo? ¿El aquí y ahora? ¿No será más bien el encierro una oportunidad para repensar el teatro y buscar nuevos formatos y lenguajes que nos permitan abarcar mucho más?

Los directores hicieron del relato de Tennessee Williams una versión más cercana a nuestros días, centrada en los crueles mecanismos que se dan para enfrentar los casos de abuso en nuestro país. También, la obra presenta otras complejidades como la relación entre madres e hijas. Carla Zuñiga declaró al respecto:

“Me permite abordar un tema que me es recurrente: la relación madre e hija. Sobre todo, en una generación donde las madres están tan lejanas de sus hijas y las diferencias de creencias que eso significa. Lo vemos hoy con todo el movimiento feminista, que es tan radical y masivo, sin embargo, seguimos conviviendo con los paradigmas de nuestras abuelas, nuestras madres”.

La obra vía estreaming se trasformó en una especie de película cinematográfica experimental. Primó el uso de dos primeros planos de forma paralela donde la asistente social y la madre dialogaban en la oscuridad. Así, se generó una atmósfera de misterio en torno a la niña encerrada y las dolencias mentales que genera la pobreza.

Este nuevo formato inevitablemente nos llama a hacer comparaciones entre el actor de teatro y el actor de cine. Antonioni decía que el actor de teatro no sirve para hacer cine: “Sus reflexiones sobre el personaje, que, según un razonamiento deberían llevarle a la caracterización precisa del personaje mismo, acabarán estorbando su trabajo, le llevarán hacia lo antinatural. El actor de cine tiene que llegar al rodaje en un estado de virginidad. Cuanto más intuitivo sea su esfuerzo, más espontáneo será el resultado”.

Esto es debido a que la cámara lo capta todo, por lo que muchas veces los movimientos del actor de teatro parecen sobreactuados. Ahora bien, lo interesante es que estamos en presencia de un fenómeno que tampoco es cine, por lo tanto, no está mal que el actor de teatro sobreactúe frente a la cámara. El diálogo entre las actrices, con las palabras correctamente pronunciadas, las cejas levantadas, la boca bien abierta, inevitablemente nos muestra un nuevo formato artístico en cuanto a las artes escénicas que vale la pena seguir explorando. Este formato a nivel de actuación es bastante similar a las primeras películas cinematográficas donde la sobreactuación era lo que se buscaba con el fin de suplir la falta de sonido directo. Esto último abrió el camino a las vanguardias cinematográficas.

Posteriormente al adelanto de la obra se realizó un conversatorio con el público donde se habló del proceso creativo en tiempos de COVID -19. Juan Pablo Peragallo, el director de la obra se mostró crítico respecto a este nuevo formato: “Nosotros estábamos trabajando sobre la idea de la invisibilidad, la trasparencia ¿cómo se podrían trasladar estos conceptos a este espacio, a esta plataforma? […] El teatro es un espacio de reunión, esto que estamos tratando de trasladar a esta plataforma no sé cómo se llama, tampoco quiero hacer un juicio negativo respecto a eso. Pero para mí el teatro es por sobre todo una reunión para poder verlos a todos y a todas”.

Esta nueva experiencia pierde y gana elementos, según Mauricio Barría, académico de la Universidad de Chile, investigador de teatro y performance: “Se debe ampliar los conceptos que entendemos por la teatralidad y el teatro”. La artista visual Verónica Troncoso piensa parecido: “Estos formatos son los primeros que se pueden realizar de nuevo. Lo que sí se puede hacer es buscar otros formatos para espectadores únicos. El cuerpo aparece más cuando está ausente, se convierte en un asunto, en una pregunta […] las potencialidades creativas son inmensas, el trabajo con celulares, llamadas, estamos obligados a reinventar en el arte”.

Tal vez, más que preocuparnos de si una obra vía streaming es teatro o no, lo importante es estar atentos a la búsqueda de nuevos formatos que permitan conmover al espectador y reflejar la naturaleza del autor y artistas en escena. Dicen que el origen del teatro es religioso, religioso en el sentido de religar, volver a ser con aquello que ya no está. Esto que ya no está puede ser Dios, la naturaleza, el cosmos o un detenido desaparecido. El éxtasis del teatro quiebra los límites personales del yo y permite por medio de la conmoción entrar en contacto con eso que va más allá de nuestro simple intelecto: una emoción que las palabras sobrias no pueden explicar, pero que el lenguaje artístico si puede abordar. Mientras esto exista siempre estará la posibilidad de innovar y hacer teatro.

Dramaturgia: Carla Zúñiga
Dirección: Juan Pablo Peragallo
Elenco: Coca Miranda, Natalia Valladares, Isidora Khamis y Agustin Sanhueza
Composición musical: Alejandro Miranda
Diseño sonoro: Daniel Marabolí
Diseño gráfico: Javier Pañella 
Coreografía: Daniela Marini
Escenografía: Gabriela Torrejón
Vestuario: Loreto Monsalve
Iluminación: Andrés Poirot
Producción: Javiera Vio
Prensa: Claudia Palominos

 

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