Por Marietta Alarcón
La obra Jérôme Bel, del coreógrafo francés del mismo nombre, ha recorrido el mundo desde su estreno en 2021. Basándose en su filme Retrospectiva (2019), en el que relata con una mirada subjetiva el desarrollo de sus propios trabajos anteriores, decide en este proyecto retomar esta idea, a través de una conferencia acompañada de videos e imágenes, ofreciendo un relato aún más íntimo sobre su carrera artística.
En esta adaptación chilena de obra, presentada en el GAM en el marco del día de la danza 2025, la actriz e intérprete María Siebald (Santiago, 1980) se apropia de la propuesta con una relectura en lengua de señas chilena (LSCh), llevando al límite la noción de accesibilidad escénica y cuestionando las jerarquías que históricamente han dominado en el mundo del teatro.
A través de un relato íntimo y performático, Siebald se convierte en narradora y protagonista de una pieza que desarma los códigos teatrales convencionales y propone una nueva forma de mirar, sentir y entender el movimiento y la comunicación.
Conversamos con ella sobre este desafío, su conexión con el trabajo de Jérôme Bel y el lugar que ocupan la lengua de señas y el cuerpo en su práctica artística.
¿Por qué tomaste la decisión de integrar constantemente la lengua de señas en tu carrera?
Esto comenzó por el amor que yo le tengo. Soy actriz de profesión y siempre he estado súper enfocada al tema del cuerpo. Todas las formas de comunicación a través del cuerpo desde chica las usé muchísimo, y para mí la lengua de señas siempre fue algo muy natural. Yo no tengo personas sordas a mi alrededor, en mi familia, pero sí en mi colegio había tres chicas sordas en diferentes cursos. Ellas eran oralistas, pero me era muy familiar tenerlas. Y al lado de mi casa había un colegio de personas sordas, y a mí me daba demasiada curiosidad entender. Cuando uno es niño, le gustan todos estos tipos de lenguajes, como clave morse, o hablarse en códigos. Entonces, siento que esas eran mis ganas: el entusiasmo de querer saber qué es lo que se decían, qué secreto había. Eso hizo que quedara en mí para siempre.
Y un día, mucho más adelante, cuando tenía 28 años, teníamos un grupo de performance que se llama Nerven&Zellen, con el que hacíamos intervenciones de baile y ocupábamos la música para intervenir fiestas y espacios públicos. A mí me dieron ganas de hacer una obra con este grupo, en el que somos puras chicas que nos vestimos iguales, como la multiplicación de la misma persona, de la misma mujer. Nos multiplicamos hasta por diez. Siempre somos iguales, ocupamos pelucas y qué sé yo. Quería hacer una obra para contar el origen de estas mujeres — era una ficción, por supuesto — y me di cuenta de que, si cada una hablaba, nos iban a descubrir que éramos diferentes personas, y se iba a anular el efecto de la multiplicidad de la misma mujer. Entonces, se me ocurrió, muy rápidamente, que íbamos a ocupar la lengua de señas para hacer nuestra obra, y entré a estudiar lengua de señas en la Asociación de Sordos de Chile.
Una vez que entré a la Asociación de Sordos de Chile, conocí este tremendo universo. Me preguntaron qué es lo que yo quería hacer y dije que quería hacer teatro con lengua de señas. Pasó una semana y me di cuenta de lo importante que era la música para ellos, que era el principio por el cual nosotras trabajábamos como grupo. Ellos no tenían acceso al contenido lingüístico de las canciones, porque sí podían sentir vibraciones, que les encanta en la música, pero no tenían acceso al contenido lingüístico ni tampoco a la onda de las canciones y de los artistas. Por lo que me parecía muy triste no tener estos referentes, que yo sentía que cuando uno es adolescente, y toda la vida, uno se acerca a su grupo también porque tenemos gustos similares. Entonces yo quise construir esta memoria visual a través de llevarles la música a videoclips para que ellos tuvieran algún tipo de recuerdo.
Ahora llevándolo a Jérôme Bel, me llamó mucho la atención que le sumaras lengua de señas, algo distinto a la idea tradicional que uno tiene del teatro. Es una presentación hablada que mezcla muchas cosas.
Yo creo que esta obra de Jérôme Bel podemos verla desde dos puntos de vista. Uno es su obra: el formato en que él decide hacer su autobiocoreografía, que es una conferencia en la que va hablando y va mostrando, ejemplificando a través de vídeos. Y el otro es la forma en que nosotros decidimos montarla en Chile, gracias a la Fundación Teatro a Mil, que ellos decidieron que querían hacerlo en lengua de señas y por eso me llamaron a mí especialmente. Esta obra no es así, es realmente un actor o una actriz que se sienta frente al computador y va leyendo este texto, con la misma duración. Va leyendo y va poniendo play a los vídeos. Es una decisión que se tomó en Chile hacerla.
Para quienes vieron la obra de Jérôme Bel, es muy interesante, primero, que él como coreógrafo y como un investigador también del cuerpo, haya decidido hacer su biocoreografía en modo de conferencia, hablando sin moverse. Siento que con este formato que yo le doy, lo que yo le devuelvo a Jérôme Bel es que él vea sus palabras, su voz, su escrito en el cuerpo. Hay dos espectáculos simultáneos, uno es su biografía y el otro es el formato de la lengua de señas, entonces estás viendo tú, como espectador, toda la información de Jérôme Bel con dos estímulos diferentes.
Se utiliza el cuerpo presencialmente, y lo hace también más escenográfico.
Se transforma en una nueva obra, siento yo, y también es muy bonito lo que pasa a medida que vas escuchando cuáles son todos los temas y los tópicos que le interesan a él trabajar, te das cuenta que lo que estás viendo refleja perfectamente todos sus temas. Eso fue una casualidad que sucedió. En el fondo, de todo lo que habla es que hay que mostrar lo que pasa afuera, que lo personal no debe estar antes de temas políticos y sociales que hay que mostrar. Siento que la lengua de señas es súper política, corresponde a un grupo de personas súper minorizadas, y también es muy social. Te habla de una gran diferencia en un sistema de comunicación. Entonces, encuentro que al ver esta propuesta junto con el contenido de Jérôme Bel te hace entender más cuál es la investigación y el camino que elige Jérôme Bel.
¿Cómo fue el proceso de traer esta obra a Chile y haber llegado a esta decisión?
El Festival Teatro a Mil compró esta obra. Tú compras una especie de kit de la obra, en una página web muy privada y secreta, donde está toda la información de cómo montarla, de las cosas que no se deben hacer y las que sí se pueden hacer, y ahí tú igual puedes pedir permiso. Silvia Rambaldi, la directora de programación del festival, intentó a Jérôme Bel mismo comprarle primero que nada la obra para hacerla aquí en Chile, pero en lengua de señas. Ese fue el primer proceso, y él aceptó. Me pidió que le explicara cómo lo iba a hacer, porque él no entendía cómo: con mi voz, si iba a haber otra persona o si iba a haber un intérprete simplemente. Ahí yo le escribí una cosa y le expliqué que era un trabajo súper largo, porque en verdad esta es una obra que se monta en una semana. Tú como actor o como actriz necesitas una semana para leerlo, para entender, para ver la técnica, porque yo hago la técnica también de la obra. Yo trabajé tres meses en este montaje.
Por las otras decisiones que se tomaron, tuviste que tomarte más tiempo para llevarla a cabo.
Claro, hubo tres formatos en los que yo trabajé. Primero se tradujo del francés al español, al chileno, que lo hizo una chica que se llama Manuela Ossa. Después, esa adaptación al español la tuve que adaptar a la lengua de señas con Juan Pablo Ibarra, que es una persona sorda, y además yo tuve que leer ese texto con mi voz para grabarlo. Entonces, fueron tres trabajos.
¿Qué es lo que más destacarías de Jérôme Bel?
Yo creo que es una obra súper didáctica, que te muestra desde adentro cómo son los procesos creativos de un artista. Jérôme Bel es una persona que ha tenido un recorrido enorme, ha estado en los lugares más importantes del mundo mostrando su trabajo, y su camino ha sido súper austero, tratando de buscar el origen. Se demoró 30 años en que las personas entendieran su obra, y eso lo encuentro muy hermoso. Es mostrarle a la gente — ya sea de las artes o de fuera de las artes, que tenga interés en ellas — que es un proceso que cuesta. Es difícil no traicionarse, seguir su propio camino y no mirar para el lado a veces. En el fondo es un camino súper solitario también, súper atormentado, súper caótico, donde la gente se entretiene, se divierte, otros se enojan, pero detrás de eso hay un trabajo súper profundo e intelectual. Lo mismo que él dice, hay un trabajo tanto intelectual como sensitivo en su trabajo, y eso yo lo valoro de él, que haya llegado a una sencillez y, sobre todo, mirar afuera, no hacia adentro sino que mirar al resto.
¿Cómo has visto la recepción del público chileno a la obra?
Es bien difícil, porque, primero que nada, siento que la danza tiene muy poco público en este país. Es difícil que la gente vea teatro, es aún más difícil que vea danza. Pero igual siento que a Jérôme Bel lo conocen personas que son muy interesadas en las artes, porque Jérôme Bel no sólo es de la danza, sino que es de la performance, del arte, de la literatura, él mezcla todo. Entonces, es muy de un gueto. De esta obra en particular, con comentarios que me hicieron, pasa lo mismo que él dice que pasa con sus obras, y es muy hermoso, porque puedo constatar que hay personas que van a verla esperando ser entretenidas y salen súper disgustadas. De hecho, leí ayer una crítica que hizo un hombre que a mí no me gusta para nada, un ingeniero comercial y político. Hizo esta crítica diciendo que estaba enchuchado con lo que estaba viendo, que no podía creer que Francia financiara este tipo de proyectos como los que él hace. A mí me tiró puras flores, súper bien, pero de la obra habló súper mal y dijo que lo mejor de su noche fue el costillar que se comió después en el restaurante. Yo comentaba esto con mi pareja y decíamos: “Es maravilloso esto, porque no entendió nada de lo que él explicó acerca de su obra, y acerca de lo que él quiere mostrar y en lo que está en contra”. Es hermoso que él sea una de las personas por las cuales, de alguna manera, Jérôme trabaja para enrostrarle el horror que él vive. Es muy gracioso que pase eso.
Hay otras personas también, gente de danza, que ha criticado a veces: “Él es europeo, puede darse el lujo de no viajar, porque en Europa está todo muy cerca”. Puedes viajar en tren, por ejemplo. Entonces esta decisión de la compañía, sobre la ecología, de no viajar en avión se respalda también por donde tú estás situado. Y también les llama mucho la atención esto de que él se detuvo dos años y se encerró en su casa a estudiar antes de hacer su primera obra. Él contó que antes estuvo trabajando siete años en compañías súper exitosas y guardando dinero, por supuesto, entonces lo pudo hacer. Son algunas quejas que hay desde este hemisferio como un artista europeo. Y la cosa positiva, fue ver esta sencillez y agradecerle a Jérôme Bel también mostrarse vulnerable, porque a él hay mucha gente que lo encuentra súper pesado, porque es súper tímido y súper hermético. Siento que en esta obra él se raja, se abre y se muestra vulnerable, y eso la gente lo notó y lo quiso. Hay gente a la que no le gustaba tanto él como persona, pero sí su trabajo. Siento que lo quisieron a él como persona, harto.
La comunidad sorda quedó vuelta loca con esto, encontraban súper raro este formato de obra, porque me decían: “¿Es una obra?”. Y yo les decía que sí, es una obra, que él decidió hacerlo así y las artes escénicas son súper diversas. Quedaron maravillados de poder tener acceso a cultura general sobre arte, a la que es muy difícil acceder en su propia lengua. La obra que más le gustó en general a la comunidad sorda es la de Isadora Duncan, y es muy hermoso porque el trabajo de ella hace que su cuerpo hable. Es de lo que habla Jérôme Bel, que su cuerpo está unido a palabras. Ella hace gestos de gritar, hace gestos de golpear, entonces es muy similar a la expresión corporal de la lengua de señas.
Lo mismo de lo que habla en su obra sucede, porque es muy anti espectáculo. Muchas personas sólo valoran ese tipo de teatro que es “divertido”. Mucha gente paga por ver eso porque siente que lleva a algo agradable.
Claro, tiene que ver con el consumismo y el capitalismo, en el fondo. Como ellos están pagando, es como “Ok, diviérteme”. Es teatro comercial, por así llamarlo. Para mí no tiene que ver con tener o no tener recursos, hacer estas decisiones artísticas. Yo con o sin recursos puedo decidir si mi obra va a ser un espectáculo lleno de luces y de efectos especiales, que voy a tirar una máquina de humo, qué sé yo, tiene que ver con eso, con qué es lo que yo quiero generar en la persona. Como una obra espectacular no tiene por qué ser una obra cara tampoco.
Creo que ahí hay como un error de pensamiento, al decir: “Tiene plata, lo puede hacer”. No, es al revés incluso. Yo siempre cito a la compañía de Trinidad González, que se llama Teatro Anónimo. Antes era Teatro en el Blanco, la compañía con la que hicieron Neva, que es primera vez que yo vi una obra donde lo único que ocupaban era un calentador, una estufa eléctrica. Esa era su iluminación, su escenografía y todo. Yo quedé vuelta loca. Esta fue una obra súper íntima de ellos, y ensayaron en sus casas, en los tiempos que podían. Entonces, aquí cuando retan o critican a Jérôme Bel con un “Claro, se puede dar este lujito de encerrarse dos años a leer”, nosotros lo podemos hacer igual. Puedes leer cuando vas camino a un lugar. En el fondo, es el interés personal de hacer algo y de llegar a tu verdad.
Ficha técnica
Título: Jérôme Bel
Dirección: María Siebald (Santiago)
Video y texto: Jérome Bel
Asistente: Maxime Kurvers
Traducción del texto (Versión Santiago): Manuela Ossa Holmgren
Adaptación LSCh: Juan Pablo Ibarra, María Siebald
Asesoría LSCh: Juan Luis Marín
Asistencia dirección señas: Juan Pablo Ibarra
Técnico audio-voz: José Badía Berner
Asesoría artística y dirección ejecutiva: Rebecca Lasselin
Producción general: Sandro Grando
Producción artística: R.B. Jérôme Bel
Coproducción: Ménagerie de Verre (Paris), La Commune centre dramatique national d’Aubervilliers, Festival d’Automne à Paris, R.B. Jérôme Bel (Paris)
Producción de la versión local: Festival Internacional Teatro a Mil
Coordenadas
25 y 26 de abril (finalizada)
Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM, Av. Libertador Bernardo O’Higgins #227, Santiago Centro)