Por Estefanía Retamal
Quien se hiciera conocida por su rol en la exitosa teleserie Perdona Nuestros Pecados es ahora protagonista de Ema, último film del aclamado director chileno, Pablo Larraín. Allí, una platinada Mariana Di Girólamo es pasión visceral, imagen de una generación cuyo estandarte es la libertad. Sobre esto y más conversamos con ella.
¿Cómo fue la primera conversación con Pablo Larraín?
Pablo me manda un mensaje cuando yo estaba grabando Perdona Nuestros Pecados. Me dijo “Hola, soy Pablo Larraín, me gustaría que nos reuniéramos”. Nos juntamos a almorzar y me cuenta de este proyecto de película, que iba a depender de otros factores laborales de él, no era seguro que se iba a realizar ni tampoco que yo iba a ser la protagonista. Me habla de un protagónico femenino que no tenia nombre, una mujer fuerte, y me habla de un cambio de look que era muy importante para el papel. Finalmente, al tiempo después, me confirmó la realización de la película y mi papel, además de afirmar que “aquí tiene que bailar”, así que empezamos con los entrenamientos y el resto ya es historia.
¿Cómo fue la preparación para interpretar a una bailarina?
A mí siempre me ha gustado bailar, pero en las discos, no en la vida. No soy bailarina profesional, pero tengo facilidades, siempre hacía las coreografías para los interescolares. Aun así, Ema es una bailarina profesional, por lo cual partimos con un entrenamiento corto, pero intenso, en la compañía de José Vidal. Ahí tuve también entrenamientos con algunas de las bailarinas que aparecen en la película, primero con algo más clásico y luego con las coreografías de reggaetón.
¿Cómo fue la construcción de este personaje, que representa una nueva visión de la feminidad?
La construcción del personaje partió desde afuera hacia adentro, con la búsqueda del look y del baile. Cómo Ema sentía y se relacionaba con los distintos personajes, sus pulsiones, las fuimos descubriendo en el set, no teníamos un guion preestablecido. Si bien había una historia y se nos contaron ciertas escenas, no tuve un guion ni un trabajo de etnografía, todo lo fuimos descubriendo ahí, con Valparaíso cómo escenario.
Creo que sí, pretende dar reflejo de una mujer contemporánea, fuerte, que sabe lo que quiere y que ve la maternidad como un acto liberador. Es una mujer que sexoafectivamete se relaciona con las personas sin importar su género, estableciendo consensos con sus parejas, sin hacerse cuestionamientos, algo muy propio de las generaciones actuales.
¿La película muestra una visión renovada del amor y de las relaciones de pareja?
Muestra cómo se está amando hoy en día y cómo se están constituyendo las familias: madre y padre con un hijo, madre o padre soltero, un niño con su abuelo, una persona con su perro, etc. Al ver la película nos dimos cuenta que pretendía ser reflejo de la fluidez de género y las tendencias actuales.
¿Cómo te hace sentir que algunos cataloguen la película cómo liberadora?
Es bacán. En Venecia nos dieron un premio super bonito y significativo, el del jurado joven, personas entre 18 y 26 años, una generación que se vio muy tocada por la película y que se emocionaron profundamente.
¿Cómo fue trabajar con Pablo Larraín?
Pablo estaba muy abierto al diálogo, sobre todo en las escenas sexuales, trabajamos con una comunicación muy fluida. Nos informamos sobre el sexo lésbico, para no hacer las escenas típicas del porno. Como no trabajamos con un guion, él estaba abierto a las propuestas, a pesar de que es un director magistral, lo cual generó una forma de trabajo muy agradable.
¿Qué tan diferente es trabajar en cine y recorrer el circuito de festivales, comparándolo con tu trabajo en televisión?
El lenguaje es muy distinto, en televisión trabajas a trascámara y la información debe llegar de forma inmediata. En cine, es un trabajo de modular el leguaje y cada gesto, mirada, respiración, cuentan la historia. Trabajas con distintas cámaras y haces infinitas repeticiones. Todo fue un desafío y Pablo y equipo me ayudaron mucho.
¿Cuál fue tu conexión con el personaje y cómo te preparaste emocionalmente?
En el set me sentí muy conectada con el personaje, ya que no tuve mucho tiempo de prepararme, porque terminé la teleserie y venga Ema. Fue como entrar en una especie de mantra cuando estaba en el set, con una conexión interna con ella muy fuerte. Sobre todo, mucha concentración y deporte, para conectarme con mi cuerpo. El trabajo que hicimos fue de mucha entrega. Esto marca un antes y un después en mi carrera.