Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al escritor chileno Álex Saldías (Puente Alto, 1993) quien es profesor de Lengua y Literatura. Autor de la novela Ecos (La Pollera, 2018). Ganador del Premio Roberto Bolaño 2015, del I Premio La Pollera de Libro de Cuentos 2016 y de los Juegos Literarios Gabriela Mistral 2017. Conversamos sobre el libro que narra la historia de un profesor recién egresado que inicia un patético y revelador camino al enfrentarse por primera vez a alumnos desinteresados y a un sistema sin interés por educarlos. Sus ilusiones como docente, la responsabilidad con los estudiantes, su creatividad artística, las posibilidades económicas o sociales son las piedras que empuja durante el año escolar. La fatalidad no está en el peso de esas rocas, sino en la montaña que hace imposible ascender.
La inutilidad del esfuerzo humano dentro de un sistema educacional injusto trata de cobrar algún sentido en el caos de esta novela de prosa recursiva y ágil, pero atomizada en guías de aprendizaje, currículums de vida y autoevaluaciones pedagógicas que no tienen una verdadera razón de ser. Esto fue lo que nos contó.
Profeso Sísifo es un libro muy entretenido, muy profundo. Tiene su humor y tiene varios elementos bien interesantes por los que te quería preguntar. Cuéntame ¿cómo se te ocurrió contar esta historia?
La historia se me ocurrió en un momento en que yo recién había empezado a trabajar a un colegio y me puse a escribir lo que sentía, como un diario de vida. Luego se me ocurrió esta idea de que el profe es como Sísifo, esa fue la idea que partió. El mito de Sísifo, cuando leí el ensayo de Albert Camus, de cómo el trabajador moderno es un Sísifo. Pero cuando lo pensé en el ámbito de la docencia, pensé que aún más, como que se extrapola, porque ya no es solo un trabajo, sino es como una esperanza social, que todos los profes enarbolan con harta alegría cuando están entrando a este trabajo. Es un clásico el profe que lleva harto trabajando ya sin esa alegría y ese es un miedo que tengo yo, que me pase a mí. Por eso incluso quise escribir este libro ahora y no cuando ya fuera viejo. Quizás me convierte en eso que no quiero convertirme. Es un libro para que no pase eso, para recordarme a mí mismo que hay que tener cierta esperanza en la docencia o incluso, que abandonar la esperanza de un cambio social a través de la docencia, otorga otro tipo de esperanza, que es un poquito más real y más fructífera creo yo. Así nace la idea.
Esta es tu segunda novela, en la primera abarcaste otra temática muy distinta que era todo el tema Selknam y Mapuche, y ahora entraste a un tema que tiene que ver contigo que es la enseñanza, la educación, ya que tu eres profesor. Esta es una novela de ficción pero ¿qué tanto hay de tu propia historia como profesor en este libro?
Creo que igual responde a las leyes clásicas de la auto ficción, en el sentido de que utiliza hartas cosas de mi biografía pero exagero harto algunas cosas, pongo algunas cosas que son derechamente mentira, otras las exagero y hay harto que no mencioné también. Ahí está el carácter de auto ficción. Me baso como si fueran unas herramientas: mi pasado, mis memorias, mis experiencia; poquísimas, porque igual llevo menos de cinco años haciendo clases. Pero es justamente este tiempo que es bastante definitorio para la vocación. Aparte me pasó que con Ecos no escribí mucho sobre mí, es una historia…Quise armar un edificio, como una casa de cartas, quise hacer una estructura y aquí no. Aquí fue algo que fue saliendo, de hecho, fue muy fácil escribir Profesor Sísifo, fue algo que disfruté mucho. No fue así como que me craneara mucho haciéndola. Era mi idea, pensamientos, tenía que conectarlos a veces pero ejercicio narrativo no hubo mucho.
¿Cómo hiciste esta conexión con el tema de la leyenda griega? Los nombres que tenían que ver con las leyendas griegas y todo ese origen que además hace que suene de otra época pero es súper actual, entonces me parece súper interesante esa conexión de una historia como clásica, pero a la vez muy contemporánea.
Yo siempre he seguido esa ley, no es una ley, pero en la narrativa yo confío en una guía de que hay que mezclar lo íntimo con lo universal. En este caso la cosmogonía étnica es occidental, es como la cuna del conocimiento occidental. Además es como un tópico de la enseñanza, uno que siempre que quiere enseñar algo recurre a los griegos. Entonces es como otra forma de chiste, de satirización, es que yo abuse de los griegos, porque igual abuso de los griegos. De repente no es una novela que podamos hacer una tesis de las cosas griegas, es puro leseo, son chistes no más. De hecho yo utilizo nombres griegos para no poner nombres reales, porque en realidad quería salvaguardar las distancias con las personas que en verdad existían, hay colegas, está mi pareja también, hay alumnos, hay mucha gente que en verdad existe, entonces para que no se sintieran aludidos hice eso, es un fin práctico. Pero también tiene un una profundidad. No tan profundo, ni tampoco tan al lote, siempre está así, siempre está al medio.
Hay otro tema bien interesante que abordas en el libro que es la precarización del sistema laboral. De este proceso de entrevistas de trabajo tan mal hecho, y que en el fondo tiene que ver con un sistema muy precario, de la responsabilidad con la otra persona, la parte indigna de ir a buscar pega abordada de una manera con humor pero súper terrible en el fondo. Esa tortura de ir a buscar pega, la humillación que significa muchas veces, el rechazo, ¿cómo quisiste enfrentar ese tema en la obra y con ese sentido del humor muy particular?¡
No era sobre el trabajo. A mí lo que me llama la atención es que hay una idea sobre el docente, el profe. A mí me pasó que si tu conversas conmigo en otro contexto, yo no parezco profe. Entonces cuando digo que soy profe: «Ay, eres profe y te estás tomando un melón con vino a guata pelada», de esa escuela. Entonces siempre se sorprenden: «Oye, ¿por qué eres profe y estás haciendo esto? Estás tocando en una banda o carreteando», y es como: «Oye viejo ¿de dónde sacaste que los profes tienen que ser así?». Yo nunca he visto glamur en la docencia, es una pega, y bastante precarizada. En el sentido de que somos profesionales, me cuesta pensar que somos profesionales, yo me siento más como un técnico en realidad. Primero porque no pareciera ser el sueldo de un profesional, digámoslo, para mi un profesional gana arriba de un millón y un profesor con suerte gana arriba de un millón, que tampoco es un sueldo tan amplio para un profesional. Desde esa perspectiva yo quise mostrar que los profes también caen en esos sinsabores o en esas faltas de respeto de la élite frente a sus trabajadores. Me refiero a que lo más fuerte de buscar trabajo o de tratar de mantenerte en un trabajo es que uno muchas veces tiene que ir en contra de lo que piensa, sobre la realidad y sus ideas políticas y sus convicciones.
Eso nos pasa fundamentalmente a la gente que pregona cierta izquierda. No me refiero a una izquierda partidista pero sí desde una perspectiva crítica a la sociedad, de querer levantar, cambiar el mundo y cubrirlo todo de flores. Cuando llegas a la pega te das cuenta que no puedes ser tan así, no te puedes mostrar así. Muchos trabajos se fijan mucho en la pinta, en cómo uno anda vestido. Si llegas temprano o no. No importa tanto lo que haces en la sala de clases. Los colegios dicen que importa eso, pero en estricto rigor no. Para ser buen profesor hay que ser un buen burócrata. La idea que yo tengo con Profesor Sísifo, es como reconciliar eso, ya perfecto, tienes que ser un burócrata, lidia con eso, sácate eso, me lo estoy diciendo a mí mismo también, porque a mí me costó mucho ese proceso. Yo era bastante terco cuando joven, no me gustaba que me mandonearan, yo decía: «Oye yo aquí estoy enseñando literatura, estoy leyendo a Gabriela Mistral, por qué me dices que soy un mal trabajador porque no llené el libro». Reconciliar ese mundo de la docencia como un trabajo de obrero casi, con la docencia como un trabajo como culto, o que tiene grandes esperanzas en un cambio social. No sé si solucioné ese problema en la novela pero lo tensioné por lo menos, quise tensionar esa convicción y sobre todo en el concepto de vocación, que es un concepto híperprostituido por el lenguaje ministerial y político, sobre todo cuando se refieren a nosotros.
Sí, es como un concepto que te hace pensar que desprofesionaliza la docencia, que es una vocación, en un sentido medio paternalista.
En realidad lo que te están diciendo es: «Tú sabes que esta pega no es para ganar dinero, no es para estar bien. Es una pega que haces por amor, entonces recuerda ese amor siempre que te traten mal». Eso es fome, es súper fome. También te explican muchas cosas. ¿Por qué cuando se paran los estudiantes universitarios, del colegio y casi todo el mundo de la educación, los profes están como detrás de la tribuna? ¡Buena cabros!. Porque no pueden hacer mucho, porque un profe llega a hacer una pequeña huelga en un colegio y no tienes trabajo. De repente tienes cuentas, tienes familia, tienes hijos, entonces no te puedes dar el lujo. Los chiquillos muchas veces alegaban a los profes alegaban a los profes: «Oigan profes pero únanse a la lucha», y uno cuando es novato, el primer año, va a todas, y ahí obviamente lo pasan despidiendo. Entonces finalmente uno tiene que decirle, como pasa en la novela: «Chiquillos, los entiendo, pero no es la forma», y uno ¿por qué dije esa tontera? ¿Por qué me convertí en esto? Es porque esta pega te hace convertirte en eso, a través de la vocación. Entonces es un tema que da para conversar.
Te quería preguntar por el gran tema que se trata el libro que es la educación, que tiene que ver con que lo más importante ha sido el tema que más ha traspasado todas las luchas sociales del último tiempo en Chile. Es un tema que efectivamente es la base de una sociedad educada, culta, civilizada y que al mismo tiempo está precarizada, mal pagada y no se respeta el trabajo de los profesores y docentes. ¿Qué crees que tú que se necesita hacer en Chile y que tú planteas en el libro como lo más importante dentro del área de la educación, para hacer un cambio?
Me lo he preguntado hartas veces. Uno se queja mucho pero ¿qué propone?. Yo solamente tengo una idea; hay que eliminar las leyes mercantiles dentro de la educación. Eso es lo que nos tiene jodidos. Las leyes de libre mercado funcionan para hartas cosas, funcionan para una tienda, para un local de completos, para unos supermercados, el retail, pero a la educación no la puedes mezclar con eso. Un joven, un estudiante, debería ir al colegio que le quede más cerca de su casa. No debería un cabro de Puente Alto irse a un colegio de La Reina porque hay mejor educación allá, no debería pasar eso. El promedio 6,8 ó 6,9 de La Reina debería ser el mismo promedio 6,8 ó 6,9 de Puente Alto, de Cerro Navia y de San Bernardo, pero eso no pasa. Hay una distribución geopolítica incluso, de las clases sociales y que se manifiesta a través de la educación. No es menor que en los sectores más populares haya peores resultados, obvio que pasa eso. Este sistema mercantil facilita esa segregación. La desigualdad social en Chile, en gran parte, la educación es cómplice de esa segregación, de esa desigualdad, porque a través de esos ejercicios es lo que hacen y pareciera que lo quieren hacer así.
No creo que sea menor que la última ley que tira Pinochet antes de dejar el poder, sea la LOCE, y luego que se transforma en la Ley General de Educación. Eso es lo que revienta la burbuja es la Revolución Pingüina del 2006. Estoy convencido, cuando leamos los análisis históricos del futuro, en todo este periodo del 2006 al 2019, fue un período social, un período histórico que todavía no se ha mirado quizás porque todavía estamos mirando la transición, fin a la dictadura, literatura de los hijos, también. Pero yo creo que en unos años más vamos a estar mirando también este proceso, que fue interesante, que fue Bachelet, Piñera, Bachelet, Piñera, fueron 16 años y pasaron hartas cosas. Ese pequeño hecho de que los alumnos, los pingüinos del 2006, hoy son los profes de los cabros que saltaron los torniquetes. Hay un recambio generacional interesante en el contexto de la revuelta social, o del descontento popular también, que a mí me interesó atacar desde la literatura justamente porque creo que yo viví ese proceso. El 2011 para mi fue muy fuerte vivir las manifestaciones, las tomas. Anduve en hartas tomas en ese momento, como que quise organizarme y luego siendo profe, lo vi desde otra perspectiva y eso lo manifesté abiertamente en un capítulo del libro.
Entonces respecto a la educación, creo que hay un gran problema y ese problema es justamente es la mercantilización y que convierte a los apoderados en clientes, o al estudiante en cliente, entonces el profesor es aquel que tiene que servirle bien al cliente, si no le está sirviendo, ¿qué estás haciendo? Tiene que estar contento, el cliente siempre tiene la razón. Y no es así, es un trabajo en conjunto, ¿por qué se da que el profesor y el apoderado son enemigos? cuando en realidad deberíamos ser todos compadres, si estamos todos haciendo lo mismo, que los jefes, los UTP, los directores, los sostenedores, deberíamos todos trabajar en conjunto, no peleando. Hoy en día, si ves el contexto, los profes siempre tienen batallas y eso no es casual, es por esto.
Que hayas incorporado el tema del estallido en el libro, ¿este libro lo comenzaste a escribir después del estallido o lo habías comenzado antes y agregaste ese elemento?
No, yo lo había terminado incluso antes del estallido, pero me fue imposible no tocar el tema, fue como lo último que puse y creé ese capítulo, porque en realidad era necesario. Creo que le dio un buen cierre. Tampoco quise hacerlo, fue un capítulo no más, fue una escena incluso de un capítulo, porque está muy fresco entonces tampoco quise darle mucho. Yo ya había terminado el libro y lo agregué finalmente después, de hecho transformé un capítulo que ya estaba hecho. El capítulo se llamaba Ironía, que era como una figura literaria y explicaba esto que estoy contando del profe que cuando era pingüino estuvo en la revolución y después hubo…Yo ponía que después los cabros querían empezar a tomarse el colegio y el profe les decía, era el mismo final, pero después dije, pero pasó esto, empezó a pasar el año pasado. Entonces ya, lo puse, con el rollo Helénico también a flor de piel, porque me parecía que los símbolos estaban ahí, había que recogerlos no más, habían muchos significantes, muchos símbolos, había como un collage de hartas cosas: Pikachú, Spiderman, guanaco, zorrilo, estudiante, «Chile despertó», muchas cosas. Entonces me fue imposible no tomarlos.
¿Qué le dirías a la gente para invitarla a leer el libro?
Yo sé que todos tienen curiosidad por cómo se siente un profesor, porque en realidad un profesor si algo hace poco es expresar de verdad lo que siente. Porque está mal visto, porque el profesor siempre tiene que mostrarse como una autoridad y no puede mostrar debilidad, por esa jerarquía que hay, del profesor acá y el resto acá. Yo en realidad no creo en esa jerarquía, Cuento lo que sentí yo como docente. Creo que es interesante mirar al país a través de ese libro, a través de la educación. Es una mirada interesante, yo creo que a la gente le podría gustar porque en realidad todos fuimos al colegio, todos tuvimos profesores y fuimos alumnos, entonces se va a entender. Es un libro que a nadie le va a resultar ajeno. No estoy contando nada de que un chileno no haya vivido. También hablo de las deserciones y también hablo de lo que significa no ir al colegio, el colegio como un instrumento, como un paso, como un viaje del héroe incluso. La educación como parte central de la vida, eso quise hacer con Profesor Sísifo, y a la gente que le interese eso, léalo.
Título: Profesor Sísifo
Autor: Alex Saldías
Género Novela
Páginas 115
Tamaño 14,2 x 20 cm.
Año 2020
Editorial La Pollera