Entrevista al director y la coprotagonista de “Ensayos y errores” Ignacio Rojas Vallejo y Paula Vallejo: «El artificio es necesario para demostrar lo real»

Por Victoria Bustos Arancibia

Ignacio Rojas Vallejo es un cineasta chileno formado en la Fundación Universidad del Cine de Buenos Aires. Su trabajo explora los límites entre la ficción y el documental, abordando con agudeza temas vinculados a la creación artística, el fracaso y la identidad. Con una propuesta autoral que privilegia la reflexión y los procesos sobre el resultado cinematográfico, así Rojas Vallejo consolida en su ópera prima una mirada madura y consciente de las tensiones que acompañan todo acto creativo.

En Ensayos y errores —documental protagonizado por el propio director junto a Paula Vallejo Reyes, su madre—, el guionista de formación, traslada esas inquietudes a la pantalla a través de una narrativa que combina humor, observación y metacine. La cinta sigue su propia historia de desempleo cuando al aceptar trabajar en la boutique de su madre en un balneario chileno, encuentra entre las dinámicas familiares y laborales el impulso para realizar su primera película. La obra ha sido reconocida en certámenes como FIDOCS, el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar y el Toronto Latin American Film Festival.

Conversamos con Ignacio Rojas Vallejo y Paula Vallejo acerca de Ensayos y errores, esto fue lo que nos contaron.

La trama de Ensayos y errores es posible por la precarización laboral que sufres cuando sales de la universidad, ¿Aún así, sientes que tus estudios universitarios te prepararon para la creación de esta película?

Ignacio Rojas Vallejo: Sí, sin duda. Yo creo que estudiar cine sí sirve, pese a que haya incluso directores de cine que piensen que no es necesario. En mi caso sí lo fue, porque yo creo que me ayudó mucho a pensar cinematográficamente, que es algo muy específico, que tiene que ver, en primer lugar, con qué es un plano, que es la unidad mínima de todas las películas, es decir, que todas las películas se conforman en definitiva de varios planos juntos, que gracias al corte que hay una obra, una suerte de tren con varios vagones, llamado película.

Como lo que dicen de que “hay gente que tiene un ojo fotográfico”, en tu caso ¿Te ayudó a tener “un pensamiento cinematográfico”?

I.R.V: Es que, como todo tipo de pensamiento, es algo que se entrena. Yo no creo que sea algo con lo que se nace, como estudiar Filosofía. Mi mamá estudió Filosofía, y la mayoría de la gente eso no lo sabe. La Filosofía tiene mucho de ciencia, es una ciencia, de pensamiento, una ciencia social, y el mundo de las artes y el cine yo creo que es lo mismo, hay algo de eso. Entonces, sin duda, la formación académica en cuanto a aprender de fotografía, aprender del arte, de estética, de ver no solamente cosas que tienen que ver con el cine sino también ver cosas de otros materiales y que tienen que ver con otras materias. Sin duda creo que es súper importante que, si no vas a estudiar cine, al menos hay otros cineastas que son arquitectos, etcétera, algunas de esas líneas son importantes.

La película tiene mucho de ustedes dos que son los protagonistas. La presencia de la cámara ¿hizo que su comportamiento cambiará? Por ejemplo, la postura, sonreír, etc.

I.R.V: En mi caso, es difícil verse a uno mismo, es algo que uno no quiere hacer porque te empiezas a ver todas las pifias. Lo que estabas diciendo tú, si estoy más guatón o si este ángulo me queda mejor o me queda peor, y para entrar en el juego del cine hay que olvidarse de eso, entonces uno se entrega a sí mismo, además es algo solamente uno está notando. Incluso el trabajo que tienen los actores es de verse como un elemento más dentro de la composición, como que tienes que olvidarte un poco de ti mismo para poder jugar en ese sentido. Para mí fue así, en el momento en el que yo dejé de mirarme a mí mismo y empecé a ver un personaje que se mueve dentro del plano…

¿Te viste como uno de los actores?

I.R.V: Totalmente, yo empecé a ver que había otro Ignacio que tiene otros deseos, otra forma de ser, y hay que descubrir cómo es ese Ignacio, el de la película. De repente me cae mejor el Ignacio de la película que el que está acá sentado, tengo mis días.

P.V: Nunca pensé que iba a ser una película propiamente tal, no es que lo descartara sino que no tenía ninguna expectativa simplemente. Ignacio sacaba la cámara y para mí la cámara, sobre todo si me enfocaba a mí, es como un Alien, por decirlo de una manera bien gráfica. Claramente hacía como que no existía, pero sabía perfectamente que estaba ahí y no era algo que me gustara mucho, porque si uno estaba arreglado o no, era una cosa extraña, la cámara era como un extraño con el que, entre comillas, me fui habituando, porque esto fue durante mucho tiempo, entonces no me fui haciendo amiga del Alien pero fue haciéndose un poquito más cotidiano, esa fue la relación mía con la cámara.

¿Se fijaba dónde está la cámara, para dónde miro…?

P.V: Sí, a pesar de que en algunos momentos que estaba trabajando y haciendo cosas se me olvidaba, pero en el fondo está ahí, presente, y no fue una relación fácil para mí. Le decía yo a Ignacio “te tengo que querer tanto, tanto”, porque no era una cosa que pensé que me iba a tocar hacer, pero obviamente después de todo lo que ha pasado, es maravilloso.

Su dinámica de madre-hijo ¿también esa cámara, ese Alien se mete y cambia cómo funcionan ustedes, o tratan de mantenerse a cómo era antes?

I.R.V: Un poco de las dos cosas, porque si bien nos llevábamos súper bien, a nivel general, siempre tenemos mucho de qué hablar. Yo voy a su casa y nos quedamos hasta altas horas de la noche, sólo conversando, cuando voy dónde mi mamá sé que voy a estar muchas horas, carrete largo, porque somos muy conversadores, también muy distintos. De repente discutimos y no llegamos a acuerdos, y toda esta cosa de que ella me empieza a mandonear como hijo, porque también hay algo que es muy de relación madre-hijo que los padres siempre te van a ver como hijos, no te van a ver como un empleado, que no significa que no lo sea, entonces toda esa distancia y esa formalidad, cuando empiezas a mezclar todo, se empieza a complicar y yo creo que eso es lo divertido también de la película. Eso estaba ahí, y fue como “bueno, metámoslo”, esa parte del juego de la relación de los personajes.

¿Sabían que tenían esa dinámica y la incluyeron en la película?

I.R.V: Lo dije yo, ella simplemente se entregó. Fue una decisión mía que tenía que ver con este registro de lo documental, porque 95% de las escenas donde estamos nosotros son filmadas in situ, estaban pasando y yo las registré. Hubo momentos que sí pasaron y los tuvimos como que recrear para la cámara, porque son diálogos que sí existieron pero que justo los grabamos. “Esto está genial”, “esto es clave”, “esto es muy divertido”. Cuando me dice ella lo de sacar al zapato del anonimato, se me quedó grabado y yo dije “esto tiene que estar en la película”.

Algo que también pasa fuera del género que no es documental.

I.R.V: En todas las películas, en todos los documentales. Todos los documentales que he visto y he conocido siempre hay recreación, desde el principio de la historia del cine que la idea de la representación siempre ha estado. Podemos hablar desde Nanuk, el esquimal (1922) para adelante. No sé si es un desvío muy grande pero para las personas que no saben, esa es una película sobre esquimales que trataron de poner una cámara dentro de un iglú, y se dieron cuenta que los iglúes son lugares muy oscuros y no se veía nada, entonces ¿qué tuvieron que hacer? recrear la casa de la familia de Nanuk, haciendo como que estaban dentro de un iglú y era una suerte de set de iglú que simulaba ser la casa de Nanuk, para poder mostrar cómo vivía esa familia porque la cámara dentro del iglú real no podía grabar. Entonces desde los inicios de la historia del cine documental está eso: el artificio. El artificio es necesario para demostrar lo real, para demostrar cómo estos personajes viven en ese espacio. Nuestro iglú es la tienda de ropa.

Ambos han tenido la oportunidad de ver la película con audiencia en vivo en una sala de cine. ¿Se esperaban las risas, los silencios y otras reacciones que escucharon?

P.V: En primer lugar, yo no la había visto completa, así que fue una gran sorpresa cuando la vimos en la Cineteca del Centro Cultural La Moneda. Yo me siento y no sabía lo que iba a ver. Así que eso fue para mí una experiencia increíble, de mucho pudor. Lo primero que aparece en la pantalla soy yo misma, casi me muero, y la acogida del público, en ese momento y en todas las funciones a las que he ido, ha sido lo más lindo para mí, el humor, que la gente se ríe. La especialidad que tiene de su carrera como cineasta es guionista, y siento que en el guion está la esencia del tema de cómo está construida la película, es muy divertida. Y aparte está la emoción que uno lo nota, mucho aplauso. Estoy muy sorprendida de lo que ha sido el resultado con el público. No sé si será muy autoreferente pero la verdad es que he recibido muchos aplausos.

I.R.V: Cuando me veía mientras editaba la película, con el productor, Sebastián, yo le iba mostrando cortes de la película y los dos nos matábamos de la risa de ciertas situaciones, pero era algo muy de nuestro humor, muy cercano. Yo no sabía realmente cómo la gente iba a enganchar con esto, si iban a enganchar o no, pero dije “bueno, si a mí me da gracia y a Sebastián le da gracia, a alguien más le tendrá que dar gracia esto”. Ahora, no sabíamos que iba a ser tanto, porque sí es una película que no es que contenga chistes sino que tiene una manera de ser un poco extravagante, por las relaciones entre los personajes y los contrastes, y de ahí nace el humor, como que nace de la película.

Es una comedia más situacional.

I.R.V: Claro, es una comedia más situacional, que nunca la pensé como una comedia. Hay gente que me dice que sí, hay que gente que me dice que no, pero yo digo que es una película con humor, creo que es más justo, porque también cuando uno dice “esto es una comedia” la gente se predispone mucho, como “haber, cómo me va a hacer reír esta película”, y eso es injusto. Entonces mejor decir que tiene humor, que puede que te rías, puede que no. Creo que me ha servido.

¿Para presentarla más tranquilo?

I.R.V: Sí, para ir más tranquilo. Hay funciones que la gente se muere de la risa, y hay gente que tiene como una risa más incómoda también, hay diferentes tipos de risa, hay risas que son para afuera, hay gente que no puede aguantarse la risa y no para de reír, y hay gente que tiene una risa más introspectiva, de “oh que estoy incómodo pero no puedo dejar de reírme”.

(A Paula) Cuando Ignacio se puso a estudiar cine, ¿te imaginaste que alguna vez la boutique podía ser un tema en su carrera cinematográfica, o que alguna vez tú estarías en una película de él?

P.V: No, la verdad es que no, es que en realidad, la primera sorprendida soy yo, no porque no le tuviera expectativas, de hecho Ignacio hacía siempre lo que habíamos conversado, lo que él ha dicho es que la primera que ha confiado siempre he sido yo, la primera que estaba de acuerdo que se fuera a estudiar a Buenos Aires, y que estudiara cine, con apoyo completo y total, soy yo. No sabía para dónde iba este barco, la ruta que iba a tomar su carrera, ese es un tema de él, pero sí el apoyo para que estudiara lo que él que quería estudiar y que hiciera lo que él quería hacer estaba, ¿que si era muy difícil? era muy difícil, pero no había expectativa en el sentido de la palabra, ni tampoco puedo decir que esperanza, entonces fue una sorpresa, pero no porque no creyera no lo podía hacer, porque sé perfectamente que él es capaz de lo que él quiera.

I.R.V: Como decía antes, mi mamá pudo estudiar Filosofía en los años 80, y estudiar Filosofía en los años 80 no es estudiar Filosofía en el año 2025. Lo de la Filosofía la llevó hacia la ropa y tiene una tienda, y creo que ahí lo importante no es tanto la carrera, la carrera sí es importante, pero creo que es más importante qué hace uno también con esas herramientas. Entonces yo podría haber hecho Cine y después terminar haciendo publicidad y eso está todo bien. No hay una vara con la cual juzgar los oficios, finalmente la academia te da herramientas para hacer cosas.

(A Paula) En la película podemos ver que tú tienes unas ideas muy concretas sobre el spot publicitario que están armando para la boutique, aportas con tu visión para ellos, pero, en cambio, ¿tenías alguna idea de cómo funcionaba o cómo se podría grabar un documental?

P.V: En absoluto, nada. Lo que aparece como que sé de fotos o de marketing, yo lo que sé es que mi marca y la tienda están como escondidas desde el día 1, entonces había que hacer cosas para aparecer en el mundo, hacerse conocida la marca. De acuerdo a eso, como buen circo pobre, uno hace de todo en el circo, y uno dice “vamos a hacer esto y esto otro”, siempre haciendo, haciendo, haciendo, que es un poco lo que hizo Ignacio, de hacer cine, yo voy haciendo a medida que voy sintiendo o viendo las necesidades.

El documental ya ha pasado por varios festivales, incluso internacionales. ¿Tienes algún referente internacional para tu trabajo?

I.R.V: Me gustaría nombrar el festival de cine Cinemancia, de Medellín, un festival que cumplió recién 5 años, es muy joven, y que el año pasado hizo una retrospectiva a Ignacio Agüero, es un festival que quiere mucho a Chile. Entonces ahí uno también se da cuenta que el cine chileno tiene mucha cabida internacional, tiene muy buenos directores. El de Cinemancia es un festival que yo encontré, no solamente porque estuvimos allí, pero está hecho por gente joven, tiene una propuesta súper arriesgada, con películas muy distintas, y para mí fue súper lindo, nos trataron súper bien, donde ganamos Mejor Dirección en la competencia central, y ese festival dan un montón de películas, es joven pero ambicioso, con 25 países, ciento y tantas películas. Me pasa que pienso más incluso a nivel nacional, como Ignacio Agüero que es alguien que conocí en Argentina. Yo no lo conozco personalmente, pero su cine lo conocí allá, en un BAFICI hicieron otra retrospectiva a Ignacio Agüero y ahí fue que conocí sus películas, y dije: “Acá se puede hacer con una cámara, con algo muy pequeño pero con una imaginación gigantesca y una libertad total”, y te diría que es de los cineastas que cambian tu manera de ver cómo los cineastas se acercan a los materiales. De los internacionales me gustan muchos, como Nanni Moretti, pero tienen otro tipo de presupuesto, pero algo que es muy lindo y muy liberador en el cine de Nanni Moretti, y que por supuesto está en mi cabeza, es que si uno se va a poner en una escena en una película, a uno le encantaría ser medio Nanni Moretti: un tipo con mucha gracia, sin miedo al ridículo, alguien que sabe cómo reírse de sí mismo y se pone en escena.

¿Cómo crees que se tomaría Nanni Moretti o Ignacio Agüero esta película?

I.R.V: Me encantaría que les gustara, pero es una situación que me pondría muy nervioso, que si los viera entrar a la sala yo creo que yo saldría, ellos entran y yo salgo, y si después me quieren decir algo, feliz.

El documental pasó por talleres, por Work In Progress, ¿Hay alguna escena, anécdota o minuto que te gustaba pero que no haya quedado en la versión final?

I.R.V: No tanto, en realidad, el taller que fue clave fue el de Miradoc, que son quienes hoy nos distribuyen. Es curioso porque a mí siempre me gustó el corte que nosotros teníamos, lo veía que era algo distinto, que era una propuesta fresca, pero resulta que en la mayoría de los talleres o los WIPs postulábamos y la película no quedaba, no queda, no queda, no queda, y ahí uno empieza a perder un poco la fe, hasta que llegamos al taller de Miradoc, que es el de CCDoc (Corporación Chilena del Documental), de Montaje y Distribución, ahí conocimos a Titi Viera-Gallo, que es la montajista de la película, y a ella le encantó desde el día 1 la peli y entendió perfectamente la película, el humor, y ella le dio el ritmo a la película, le dio mucho dinamismo interno, que es súper importante que las películas tengan una respiración, una cadencia que sea disfrutable para el espectador, porque de repente los directores nos engolocinamos en cierta cosa media contemplativa, que no sé porque cierta tendencia a eso, pero ahí le toca al montajista decir “corte acá, corte acá y allá”. Por algo también te lo están diciendo. Todos queremos lo mejor para la película.

En el espíritu de la película, ¿hay algo que hayas aprendido de Ensayos y errores, del azar, de la improvisación que tú pienses repetir para futuros proyectos?

I.R.V: Sí, estamos haciendo una segunda película ahora con Sebastián, y es muy como Ensayos y errores en el sentido de que es muy pequeño. Vuelvo a aparecer yo en escena, en este caso, por azares de la vida, ahora aparece mi papá, así que puede que en el futuro se pueda leer como un díptico familiar o algo así. Me parece gracioso porque, en ambas películas, no fue que yo diga: “oh que personaje que es mi mamá” o “que personaje que es mi papá”, pero a la gente es lo que más les gusta, entonces ahí hay algo de que al aparecer tengo dos papás que son tremendos personajes y hay que aprovecharlo, si no fuera así mejor no filmarlo. Son atractivos para la gente, para la cámara, de manera muy distinta y muy parecida al mismo tiempo, y yo digo que si hay artistas que tienen algún familiar que les parezca atractivo, que les parezca divertido, que lo aprovechen, porque es mejor un familiar que un actor. Si tienen amigos actores también, aprovéchenlos, porque uno necesita para este tipo de proyectos gente que te quiera mucho, que les puedas decir “¿Puedes juntarte el domingo a las 9 de la mañana a grabar?”, eso sólo te lo acepta un papá, una mamá, una abuela o tu hermano, un amigo de toda la vida, gente de confianza.

La boutique tiene una estética muy pop, de gala incluso, ¿influyó eso en tu visión del documental?

I.R.V: Por supuesto que sí. Es muy gracioso que la tienda está llena de cosas para todos los gustos, hay cosas que no quedaron en la película. Habían situaciones de mi mamá hablando con las vendedoras, que ella decía: “Traje ropa de mucho colores”, y después la gente empieza a llegar y dice: “¿No tienes en negro?”, entonces después compra todo en negro y después la gente dice: “No tienes más colores, está todo en negro”, eso es muy gracioso. Hay de todo, es una tienda muy barroca, muy pop, como dices tú, y la película como que abraza ese lenguaje, sino no creo que habría tenido cabida el spot publicitario con el auto, las modelos, el convertible, y acá los materiales te lo están diciendo, que es una película súper pop, súper kitsch, es parte de este imaginario.

Y al revés, ¿influyó la película en cómo se presenta la tienda o cómo venden ahora?

I.R.V: Hay un altar ahora.

P.V: Un pequeño altar, donde están los zapatos que fueron sacados del anonimato a través de la película, y que ahora se destacan también con un traje, y próximamente estará la camisa que ocupa Ignacio durante toda la película, que fueron años, que no sé si la gente se dará cuenta que él está con la misma ropa. Yo creo que ha sido como que a través de la película sale del anonimato la tienda, en ese sentido, no tanto que haya influido en algo estético a la tienda, pero la saca al aire, no comercialmente, sino como un ente, eso es bonito, como que la ha enriquecido.

I.R.V: Es casi como que hoy en día la tienda es una segunda casa en el sentido que uno le agarra cariño. Yo creo que para que te guste el cine uno tiene que amar los objetivos, las cosas, no solamente por su estética sino que también porque son parte de la película, parte de la composición, entonces esos objetos inanimados tienen su propia vida y uno los carga de cariño, los carga de significación. Uno dice: “son estos zapatos”, que son zapatos que se usaron para hacer la fotografía y no otros, no son zapatos rojos, no son de tacón alto fucsia, “son estos que son altos con detalles en negro”, y por los azares de la vida uno les toma un cariño distinto, fueron los elegidos. Son parte del altar.

P.V: No se venden.

I.R.V: Son tonteras.

P.V: Es bonito igual.

La película tiene a tu madre, tiene a Celina que es un personaje, y la tienda es mayoritariamente de ropa femenina, estás retratando mayoritariamente lo femenino, ¿eso te lo esperabas, lo decidiste?

I.R.V: Volviendo a que hay que escuchar a los materiales, lo que te ofrece el documental, la película ofrece. Y es súper particular que sea un varón que está mirando este espacio que es en su noventa y tanto porciento de sólo mujeres, las clientas, la mayoría que aparece en la película, son mujeres, y también la ropa es para mujer. Evidentemente yo creo que la cuestión de ciertos tipos de feminidad aparece, más que la masculinidad, aunque la masculinidad igual me parece que hay que pensarlas dentro de la película, porque si yo lo pienso detenidamente, como Ignacio Rojas, el Ignacio Rojas de la película, tenemos: por un lado, mujeres fuertes que saben lo que quieren, que son decididas, y que está Paula que encarna esa idea, pero Celina también es bastante rápida, espontánea, resolutiva, empática, y en cambio, los personajes masculinos que aparecen parecen estar más bien confundidos, o de fondo, o no saben muy bien que quieren, para dónde van. Eso no son decisiones tan predeterminadas, sino que los materiales te van llevando para esos lados, y lo va interpretando, uno va aprendiendo porque es la película quien te enseña a ti, no que tú intentas dominar algo, que yo creo que la mayoría de los cineastas del mundo, quizás de la ficción, quizás tiene que ver con la ficción, que tiene que ver con querer dominar el material, querer dominar la realidad a tu voluntad, cómo es que tú tienes en la cabeza que debe salir la toma, tú tienes en tu cabeza “toma 25” y no al fin en la toma 25 sale como tú querías, pero el documental tienen un juego que es muy distinto, que es abrazar lo que pueda llegar a pasar, y eso puede ser un error pero es lo que tiene que entrar en la película.

¿Te gustaría explorar más la feminidad en otra película?

I.R.V: Sí por supuesto, yo creo que son tópicos muy universales. Para mi mamá fue súper particular, por momentos muy estresante, es difícil, un desafío. Celina era alguien que yo quería filmarla, algo muy del pintor que quiere hacer un retrato de alguien, o un desnudo o no sé, pero que es puramente cinematográfico, ya no estamos hablando de un dibujo, un esbozo, ni un retrato, sí un retrato cinematográfico, pero es un retrato que tiene otros componentes, otro tipo de esa cosa lúdica, que ofrecen los personajes la cámara. Estoy abierto para filmar lo que sea, pero siempre es un desafío.

Nos contabas que estás trabajando en otra película con tu papá, ¿Qué nos puedes adelantar de ella?

I.R.V: Es una película sobre el Festival de Cine Recobrado de Valparaíso, que proyecta exclusivamente en archivo fílmico, donde aparece su director, Jaime Córdova, Sebastián Cartajena, que es el productor de Ensayos y Errores, que aparece como personaje porque es el mediador de este festival, aparezco yo nuevamente. Como que empezaron a aparecer personajes que son de Ensayos y errores, y se empieza a crear una gran familia cinematográfica, y eso siempre ha sido para mí un deseo: tener gente que quiera jugar a hacer películas, ojalá para toda la vida, y que las personas que quieren entrar a este mundo, bienvenidos sean, porque así es un manera muy lúdica, muy linda de hacer cine, con mucho cariño, con mucho deseo, y ojalá con tiempo, lo que más se necesita es tiempo. Ya llevamos varios años haciendo esta película, y acá el humor vuelve a aparecer, al parecer, por lo que han dicho, yo también soy un personaje gracioso en cómo abordo las cosas. Es una película donde estoy muy confundido para dónde va la cosa con este encargo, porque eso fue lo que dijo Jaime Córdoba; él me encargó hacer un documental sobre el Festival de Cine Recobrado, y la películas, cómo es que un director de cine aborda un encargo, cinematográficamente.

Así que vas a seguir explorando estos personajes que vienen de Errores y ensayos.

I.R.V: Sí, después no me quiero repetir, me gustaría probar otras cosas, pero que no lo tengo claro. Primero hay que terminar esta segunda película, y después el tiempo dirá para dónde va la película.

Ficha técnica

Título original: “Ensayos y errores”

Dirección: Ignacio Rojas Vallejo

Guion: Ignacio Rojas Vallejo

Fotografía: Ignacio Rojas Vallejo

Sonido: Cristian Arias Arévalo

Música: Felipe Ortiz Guzmán y Claudio Arévalo Cancino

Edición: María Teresa (Titi) Viera-Gallo, Ignacio Rojas Vallejo

Producción: Ciudad Cultural Producciones

Con la participación de: Ignacio Rojas Vallejo, Paula Vallejo Reyes y Celina Rozenwurcel.

Duración: 70 min.

Año: 2024

Género: Documental 

País de Origen: Chile

Distribuye: Miradoc

Estreno en salas de cine: 6 de noviembre 2025

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