Fomentar la lectura en los más pequeños es una de las acciones más significativas que padres, educadores y cuidadores pueden emprender. Leer desde temprana edad estimula el lenguaje, mejora la concentración y fortalece el vínculo emocional entre adultos y niños. Pero más allá de lo académico, la lectura construye una base emocional sólida que ayuda a los niños a comprender el mundo que los rodea.
En Chile, el acceso a libros y cuentos ha crecido en las últimas décadas gracias a iniciativas públicas, bibliotecas escolares y editoriales enfocadas en literatura infantil. Sin embargo, aún existe una brecha en la formación de hábitos lectores que es importante abordar desde el hogar y la comunidad. Elegir libros adecuados a cada etapa, dedicar tiempo a leer juntos y transformar la lectura en una rutina diaria pueden marcar una gran diferencia.
Además de sus beneficios formativos, leer es una fuente de disfrute. Los cuentos permiten imaginar, reír, emocionarse y descubrir nuevos mundos, incluso cuando no se dispone de muchos recursos. Fomentar este hábito en la infancia es sembrar curiosidad, pensamiento crítico y amor por el conocimiento, cualidades que acompañarán a los niños durante toda su vida.
La lectura fortalece el desarrollo intelectual y emocional
Estimular el hábito lector en la infancia no solo mejora el vocabulario y la comprensión, sino que también potencia la empatía y la capacidad de concentración. Los niños que leen con frecuencia muestran mejores resultados escolares, una mayor creatividad y más habilidades para resolver conflictos. La lectura también ofrece un espacio seguro para explorar emociones complejas y conocer otras realidades.
Estudios en Chile y América Latina han confirmado que el contacto con libros en edades tempranas influye directamente en el desarrollo del lenguaje y la memoria. Bibliotecas públicas, programas escolares y recursos digitales gratuitos están ayudando a reducir la brecha de acceso en diversas comunas del país.
Los primeros años son decisivos para crear el hábito lector
Durante la etapa preescolar, los niños están especialmente abiertos a nuevas experiencias y aprendizajes. Introducir la lectura en este período puede tener un efecto duradero en su relación con el conocimiento. El acompañamiento adulto es clave: leer en voz alta, hacer preguntas y vincular las historias con la vida cotidiana refuerza el vínculo afectivo con los textos.
Algunas editoriales como Amanuta, Zig-Zag o SM ofrecen colecciones adaptadas a distintas edades, desde libros de tela hasta álbumes ilustrados. Además, se pueden complementar con juguetes didácticos o láminas educativas para enriquecer la experiencia.
La importancia de elegir libros adecuados a cada etapa
Los intereses y capacidades cambian a medida que los niños crecen. Por eso, es fundamental elegir bien.
Etapa prelectora: imágenes, ritmo y repetición
Para los más pequeños, los libros infantiles deben priorizar ilustraciones llamativas, historias breves y estructuras repetitivas. Esto facilita la retención y convierte la lectura en una experiencia interactiva. Títulos como ¿A qué sabe la luna? o El monstruo de colores son opciones populares en jardines y bibliotecas escolares.
Editoriales como Kalandraka, Usborne y Ekaré tienen muy buena recepción en escuelas chilenas por su enfoque visual y pedagógico.
Recomendaciones clave para esta etapa
Durante los primeros años de vida, es esencial seleccionar materiales que estimulen los sentidos y fomenten la atención. Para niños en edad preescolar, lo ideal es optar por libros de cartón o tela, ya que son resistentes, fáciles de manipular y seguros. Estos materiales permiten que los pequeños exploren la lectura a través del tacto, facilitando una experiencia interactiva y sensorial que contribuye a la familiarización con el objeto libro.
También es recomendable incluir textos con rimas y historias breves con una moraleja clara, ya que este tipo de estructura ayuda a desarrollar la memoria, el lenguaje y el reconocimiento de patrones sonoros. Las rimas captan la atención y facilitan la repetición, mientras que las moralejas sencillas permiten introducir conceptos como la empatía, la amistad o el respeto de forma accesible. Estos elementos son fundamentales para construir una base sólida en el hábito lector desde la infancia.
Primeros lectores: historias breves con sentido
A medida que el niño comienza a leer por sí mismo, los textos deben ajustarse a su ritmo. Aquí cobran importancia los personajes recurrentes, los conflictos simples y las temáticas cotidianas. Colecciones como Barco de Vapor o Mi primer cómic permiten consolidar habilidades lectoras sin perder el interés.
Muchas familias optan por incorporar también actividades complementarias como puzzles, audiolibros o juegos relacionados con las historias, lo que ayuda a consolidar la comprensión lectora.
Los cuentos abren un mundo de posibilidades
Las narraciones permiten que los niños imaginen, comprendan y proyecten realidades más allá de su entorno inmediato.
La narrativa infantil como puente cultural
A través de los cuentos, los niños pueden conocer otras culturas, épocas y formas de vida. Títulos como Cuentos mapuches para niños o Relatos del mundo promueven el respeto por la diversidad y amplían el horizonte de comprensión social desde temprana edad.
Las editoriales independientes en Chile, como Liberalia o LOM, han lanzado colecciones bilingües y de autores locales que fortalecen la identidad cultural y la lectura crítica en la infancia.
El valor de las historias tradicionales y populares
Los clásicos como Caperucita Roja, Hansel y Gretel o Pinocho siguen siendo herramientas efectivas para enseñar valores como la prudencia, la generosidad y el autocuidado. Aunque muchas de estas historias han sido adaptadas, su estructura narrativa sigue siendo efectiva para mantener la atención y generar diálogo.
La lectura compartida de cuentos también fomenta momentos de intimidad familiar, convirtiéndose en una rutina afectiva antes de dormir o después de la escuela.
Recursos que ayudan a integrar la lectura en casa
Fomentar el hábito lector no requiere una gran inversión, pero sí compromiso y creatividad por parte de los adultos.
Espacios, rutinas y materiales al alcance
Diseñar un rincón de lectura en casa puede motivar a los niños a tomar libros por iniciativa propia. Basta con un cojín cómodo, una estantería baja y buena iluminación. Rotar los materiales disponibles cada cierto tiempo también mantiene el interés activo.
Ferias del libro, como FILSA en Santiago, o programas públicos como Bibliotecas CRA en colegios, permiten acceder a novedades y clásicos sin costo. También existen plataformas digitales como Leamos.cl o Fundación La Fuente, que ofrecen lecturas gratuitas adaptadas por niveles.
Complementos para una experiencia lectora más rica
Además de los libros, se pueden incorporar otros recursos como:
- Audiolibros con efectos sonoros
- Títeres y muñecos de personajes literarios
- Actividades de dibujo basadas en las historias leídas
Estos elementos permiten que la lectura no se perciba como una obligación, sino como un momento de juego, descubrimiento y expresión personal.
Un trabajo que va a dar sus frutos en el futuro
Incentivar la lectura desde la infancia es una decisión que impacta profundamente en el desarrollo integral de los niños. Los libros infantiles, los cuentos y otros recursos diseñados especialmente para edades tempranas estimulan habilidades cognitivas esenciales como la comprensión, la memoria y el vocabulario. Pero su valor va más allá de lo académico: leer con otros refuerza la conexión emocional y permite a los niños explorar su identidad, desarrollar empatía y ampliar su capacidad creativa en un entorno seguro y estimulante.
Para lograr estos efectos, no basta con ofrecer cualquier texto. Es fundamental elegir materiales adecuados al nivel de desarrollo, priorizando temas cercanos a sus intereses y diversidad cultural. Además, generar espacios de lectura cómodos en casa o en el aula, y participar activamente con preguntas y comentarios, ayuda a consolidar el hábito lector. Estos pasos, simples pero consistentes, sientan las bases para formar lectores críticos, autónomos y comprometidos con su entorno desde los primeros años.